A lo lejos el sol comienza a salir, el horizonte se tiñe de tonalidades de rojo y naranja, es un nuevo comienzo para el día, y un nuevo comienzo para nosotros. Nos alejamos lentamente, abandonamos esas tierras que nos vieron nacer, buscando un nuevo hogar… Donde los lazos de familia no puedan alcanzarnos.

martes, 16 de octubre de 2012

Buenaventura disfrazada de regocijo. El escaparate del amor.

Titulo: Paradox
Rating: NC17
Genero: Romance
Parejas: Yunho x Jaejoong
Advertencias: Violencia, Alto Contenido sexual

Sumario:
“El es una puta” “Una persona que ofrece su cuerpo gratis sin trabas o indirectas” Eso era lo que su grupo de amigos le comentó a Jung Yunho para variar de espectáculos en los turgentes excesos de una fiesta estudiantil. “Están totalmente seguros?” vagamente Yunho suspiró, eso era lo que rondaba últimamente en el campus sobre Kim Jaejoong, el nuevo estudiante modelo que solo miraba a través de sus lentes a aquellas personas que le interesaban para una acalorada noche de pasión. “El ha estado en la cama de la mitad de los aquí presentes así que no lo dudes” una sonrisa que se quedaba en ese vaso vidriado con alcohol pestilente.
“Entonces yo también lo quiero” Respondió con fervor, si era una zorra que mas daba, ni siquiera por ello ignoraría el hecho de que desde su llegada fue conciente de que al observarlo, sus bajos instintos solo lo conducían a Kim Jaejoong.

Image and video hosting by TinyPic


Capitulo 2: Buenaventura disfrazada de regocijo. El escaparate del amor.

Cuando las hojas caían despavoridas en la eterna juventud de mi adolescencia yo las miraba aturdido por la desolación, preguntándome si ellas tendrían un final incierto como el mío o si al igual que la constelación permanecerían esclavizadas por el destino. Eran preguntas que jamás fueron contestadas.

Aquellas que opacaban cada vez más mis días monótonos e insolutos.

Antes de que Madre se marchara sin mirar hacia atrás al niño de grandes ojos había comenzado una historia algo descabellada, es decir, una criatura de doce años no tenía las armas mentales suficientes para descifrar lo que quería decir.

Esos relatos acontecieron sin permiso abrumándome.

Observaba los rizos negros balanceándose desmemoriados por sobre de sus hombros a medida que los gruesos labios se abrían y cerraban escupiendo dulces palabras que me llenaban los oídos con fabulas impresionantes. Era la única manera en que trataba de llegarme al corazón ya que no recordaba ocasión en la que como cualquier madre brindara palabras de aliento o arrumacos merecedores, nunca fui bueno para ella, siempre un perdedor a sus ojos. Por eso me abandonó. Intenté regalarle todo lo que mi espíritu pudiera, sin embargo Padre y yo no fuimos suficiente.

Eso jamás pude entenderlo. Sabía que en el fondo había algo oculto.

Las luces intermitentes de la lámpara de mesa despotricaban mis ojos pero a ella no le importaba, se encontraba contando esa historia que significaba tan poco en ese entonces y tanto en estos momentos.

Fragmentos acosando la escueta memoria viendo a un leñador adentrándose en la selva virgen de sentimientos donde la promesa de una hermosa doncella que complacería a su corazón le esperaba. Le habían dicho que hacía mucho tiempo se escuchaban los lamentos insolentes de esa preciosa mujer pidiendo por un hombre que pudiera regalarle el sol, la luna y las estrellas. Ella quería escapar de los árboles mordaces que le amargaban suspicaces apagando poco a poco la luz de sus entrañas. Buscaba el amor que pudiera recoger los pedazos de su memoria doliente.

Aunque el leñador no tuviera nada que darle, la doncella le escogió solo por el hecho de sacarla del manicomio natural, podrían morir de hambre y de sed mas sin embargo lo que importaría seguiría siendo poder vivir del aclamado amor todo poderoso que quería resurgir de su desolada alma. Estúpida naturaleza que ella estaba dispuesta a traspasar con tal de tenerle a su lado. Con tal de que él la sacase de esa selva más sombría que un erebo.

Olvidé como seguía y cual era la finalidad de su historia, los años ocasionaron estragos en mi memoria despistada.

¿Por qué acordarme de ella? Persona ingrata que al igual que un roedor comió las mamparas de mi fragilidad intolerable que se volvía fuerte con el tiempo y el poder del amor. Sentimiento indescifrable que se encargaba de formar capítulos nuevos día a día junto a él.

Quería poder gritar a cuatro vientos que yo era la doncella y el leñador que me rescató era mucho más de lo que alguien pudiera alguna vez desear haciéndome sentir regocijo infinito hacia esos individuos que aún no encontraban a la persona que les rescatara de la infame oscuridad de la selva. Rezando por poder encontrar a esa mujer que hace poco tiempo dejé de esperar y reírme en su cara, mostrándole que no logró destruirme encontrándome ahora más fuerte que un roble.

Con un ser a mi lado que estaba dispuesto a entregar la vida por mí si se lo pidiera.

Volver a rememorar las sensaciones que provocaba su presencia me ponía los bellos del cuerpo en punta hacia infinitamente algo que no tenía forma ni sustancia, eso era lo que representó siempre Jung Yunho. El no era igual a los demás, era extraño y maravilloso, un hombre que cualquiera querría tener comiendo de su mano hasta el confín de los tiempos.

El era mi hombre.

Díaz pasados regresando a mi memoria con fortaleza inherente reclamando motivar los sentidos perdidos en la sustancia del tiempo; recordar como fue que nuestras vidas se cruzaron sin saberlo aspirantes a un amor desenfrenado que sacaba lo mejor y peor de nosotros mismos. Que nos consumía lentamente las entrañas cada vez que el eco de nuestros cuerpos al chocar resonaba en la habitación. Mi deseo más profundo era tenerle toda la vida en mi interior, derribando cada pared que pudiera existir en las cavidades de mi anatomía. Yo estaba totalmente loco por él.

Fue en una primavera de hace tres años cuando el cielo quiso enfrentarnos, le miré a la distancia al ingresar a la nueva institución recorriendo con ojos panorámicos todo lo que le comprendía, las sonrisas graciosas a las personas a su alrededor cohibieron en mis profundidades azotando todo tipo de pensamiento alguna vez formulado, su presencia me aturdió el escaparate haciendo chocar con la realidad de que aunque jamás tuve interés en las personas, yo le quería a él para mí. Ese día me convertí en un ser egoístamente pretencioso.

Rompiendo mi corazón en pedazos me encontré rápidamente con la realidad de que mi primer amor, como le había catalogado, ni siquiera sabía de mi existencia, el era diferente a todos porque no quería acercarse a mí, no era un hombre que se sentía atraído hacia la hermosura natural de la que siempre fui conciente, odié e ignoré. Para ese entonces creía que había sido la segunda decepción amorosa. Haciéndome a la idea de no haber conseguido el amor de una madre y tampoco el de ese chico que como nadie, decidió no caer en la fatalidad de mi belleza traicionera.

Yo era un perdedor.

Los primeros meses tortuosos sin compañeros trascurrieron normales siendo después victima de brutales comentarios déspotas y lastimeros. En todas partes comencé a escuchar rumores sobre mis noches con hombres diferentes en las cuales abría las piernas para que corrompieran en la memoria de mi fragilidad. Así fue como descubrí la maldad de las personas, quería que todos murieran por más que no tuviera la fuerza para lograrlo. Mi autoestima era tan débil que lo único que podía hacer era esconderme tras una fachada inocente que me protegiera de la habladuría corroída por violencia estudiantil de jóvenes incapaces de escuchar los ruidos de mi piel resquebrajarse ante las inmortales palabras que resecaban los pétalos de mi flor, esa pequeña criatura que gritaba desde dentro que dejaran de lastimarle.

Rechazar al profesor Lee Seok Hyun soportando los acosos amenazantes ayudó a cavar mi propia tumba, no podía hacer nada para protegerme.

Decidí adentrarme en una coraza rígida sin dar importancia a los demás, resguardando la poca cordura de mi cerebro doblegado al sufrimiento y mirando a la distancia al ser perfecto que escapaba a mis entendimientos prematuros. Era tan suprema la imagen de él que se formaba en mi mente traumatizada hacia su utopía descubriendo que había intimidado a mi cuerpo a tener fantasías sólo con su añoranza. Por lograr que esos ojos profundos se posaran aunque sea unos segundos en mí.

Su caminar varonil llamaba a cualquier individuo a observarle colgando la mirada en sus atléticas piernas que derribaban el mundo con cada uno de sus pasos. Era de esos hombres chulos cautivadores de todos los corazones a su alrededor, sabía como engatusar a las niñas del establecimiento que le miraban babeando aunque no tuvieran oportunidad alguna comprendiendo desde el primer momento que no era como siempre solía suceder, aunque estaba seguro que los hombres no llamaban su atención tampoco lo hacían las mujeres, tenía una sobre valoración hacia su persona que me encantaba.

El era todo lo que alguien podía desear.

Soñar, anhelar y pretender era a lo que me limitaba, perdiendo el tiempo entre miles de flores que le brindaban sólo un poco de paz a mi alma saturada con pena. Odiaba a los individuos porque no se parecían a las flores, ellas en el silencio contaban verdades ocultas del mundo, les gustaba fabular conmigo en el silencio de algunos atardeceres. Era feliz cuando las flores me daban ánimos de continuar con la vida.

¿Sonaría raro contarle ahora que las flores me advirtieron sobre él? No. Nunca le diría acerca de lo que sentía antes de que me defendiera de esos mal vivientes que ansiaron violar lo poco que quedaba de mí.

¿Algún día definiría en palabras lo que me usurpó al verle pelear por salvarme? Imposible, fue cuando decidí enfrentar la vida para hacer algo que valiera la pena, cuando comprendí que Yunho me necesitaba como yo a él. Mi promesa silenciosa fue regalarle absolutamente todo, que con sus manos y sus palabras pudiera abrir cada puerta existente en mí.

Desde ese momento le di el consentimiento de hacer conmigo lo que quisiera.

El suave tic tac de un reloj me sacó del sueño en el que me encontraba tratando de removerme sólo unos centímetros. Los gigantescos brazos que me rodeaban no permitían dicha acción.

-“Touché. Yo tampoco quiero soltarte”- murmuré despacio sobre sus labios que aún contenían el olor a menta y tabaco que volvía loco cada atisbo de justicia, sentir los olores preciosos de su cuerpo para darle alardes de grandeza era mi principal función, yo parecía una especie de colibrí alimentándome con su néctar.

El obligaba a volverme un poco más chiquilín cada día.

Tres intentos fueron suficientes para liberarme del agarre estrangulador apartándome de su lado, aún me preguntaba si estaría soñando conmigo pero un suave susurro salir de sus labios contestó esa pregunta. Entre los temblores de la somnolencia seguía repitiendo mi nombre en forma de susurros expiados, yo no podía encontrarme más enamorado. Apartando la vista después de besarle como fugitivo me dirigí al closet, debía vestir mi desnudes con algo si quería bajar a la cocina, era verdad que ya todo atisbo de intimidación se extinguió de mi persona pero no sería tan descarado como para andar mostrándome frente a alguien. Tenía bien en claro que el único ser de este mundo que podía ver mi cuerpo desnudo era Yunho, mientras a él le pareciera hermoso sería feliz.

Ojalá nunca se enterase de las porquerías que comencé a ingerir para estar más saludable y verme mejor, ni se imaginaba que como cualquier niña ahora también me interesaba por la salud de mi piel y mi cabello, que el cuerpo adquiriera algo de músculo tratando de estudiar menos para que las tenues ojeras de mis ojos desaparecieran de una vez. Hasta Padre dijo que nunca me había visto mejor, yo por el contrario solo buscaba que una persona no apartara la vista de mí, que se volviera loco con solo verme llegar.

Aunque al comienzo de la relación no demostrara mi amor mintiendo descaradamente, estaba seguro que su locura impuesta era genuina.

Por fin encontré esos boxers grises de él que tanto me gustaban sintiendo su aroma a lavanda desde la lejanía con un crujido pensando que le había despertado, solo dio la vuelta apresando la almohada entre sus brazos viéndose tan gracioso que me dieron ganas de despertarlo y seducirlo nuevamente. Separé las piernas para comenzar a ponerme la prenda cuando noté que seguía pegoteado, estábamos demasiado calientes y hasta olvidó limpiarme. Ternura infinita. No me importaba en lo absoluto andar manchado con su marca por toda la casa. Era verdad, me había vuelto egoísta y descarado.

Una charla de valores con Padre no vendría nada mal.

Tomé una de las tantas sudaderas que dejé meses atrás para incompararla a mi cuerpo, era bastante grande y me tapaba completamente. Solo eso, necesitaba apresurarme a prepararle algo delicioso antes de que despertara. Bajé las escaleras no tomando precauciones, él siempre se enojaba diciendo que me rompería el cuello si era descuidado, yo también me preguntaba qué tanto sufriría si algún día llegara a lastimarme.

Sentí curiosidad por ver su angustia y agresividad. Eran las dos puertas de Yunho que todavía no conocía y quería abrir.

Ya en la cocina decidí improvisar. Esta vez serían tostadas, jugo y algunas frutas ya que la última vez que le hice huevos revueltos casi fusilé su sistema digestivo agresivamente, él comía todo lo que le diera con entusiasmo, debía poner más atención en los alimentos que utilizaba.

Anotación mental: Además de tintar mis cabellos necesitaba clases de cocina.

-“¿Necesita que le ayude en algo señor?”.- casi morí de un infarto al escuchar esa voz grave tras la espalda. Mierda! El cuchillo filoso hincó mi pulgar. Ah! Que dolor!

Mi pobre dedo hermoso ahora estaba agujereado.

-“Esta bien Betty, oscureció así que sólo cortaré algunas frutas.”- me sonrió desapareciendo inmediatamente, estaba seguro que no le incomodaba para nada mi presencia, es más, después de aquella vez que nos vio casi matándonos a besos sobre el sofá era como si nos diera privacidad en cada momento. Solo esperaba que no le contara cada detalle de mis visitas a la señora Jung porque sino estaría fregado.

Terminando mi obra maestra miré el reflejo en el vidrio de la alacena preguntándome cuándo cambié tanto para convertirme en alguien que ya no esperaba alguna postal desconocida entre la correspondencia de Padre. Improvistamente muté en un joven con ganas de vivir sólo para verle a él prepotear a la vida cuando de mí se trataba.

Los dos éramos obstinados.

En los últimos tiempos mi cabello había crecido un poco, a él le gustaba acariciarlo, no me molesté en cortarlo pretendiendo hacerme el indiferente cuando preguntaba trivialidades mientras me acariciaba la cabellera, podía jurar que nada era más bonito que sus callosas manos fregándose sobre mí, sensaciones imposibles de superar.

¿Se molestaría si tintara mi melena? Definitivamente, pero incitaba más a que lo hiciera. Que rebelde me había vuelto. Hacerle enojar sólo un poco sería divertido.

Muy divertido.

El silencioso caminar sobre la alfombra cebrada sintiendo las moléculas de tela raspar bajo mis pies producía unas cosquillas inmensas y un buen venir que adiestraba a mi ahora tranquila conciencia, era casi tan suave como los pulgares de mi hombre rozándome la piel. Delicioso.

Estaba a punto de empujar la puerta cuando su haragana voz al despertarse detuvo mis movimientos, hablaba despreocupado por teléfono inquietándome. Tenía curiosidad de todo lo que respondiera a Yunho, escuchar un poco no era del todo malo.

-“Mil veces dije que ya no me importaban esas fiestas.”- esa palabra me desagradaba. No era por el hecho de nunca haber asistido a una fiesta. Odiaba que él pudiera prestarle atención a acciones de alguien que no fuera yo. Me enfermaba pensar que otro ser pudiera parecer más maravilloso a sus ojos.-“A Jaejoong no le gustan los lugares con mucha gente… Si no voy con él no valdría la pena… No, es mi última palabra… Won Bae, deja de molestarme, me alejé de esas cosas. Además tengo cuentas pendientes con algunos pendejos mal nacidos, no quiero que mi bebé se preocupe por mí.”- Oh! Un bicho grande e inquieto me recorrió el estomago con sorna ¿O eran mariposas? Ya no comprendía más nada de ese hombre perfecto que resignó muchas cosas por mí y aunque lo hacía con gusto yo me convertía cada día en alguien egoístamente vulgar.

Del otro lado de la línea sentí escuchar alguna clase de reclamos pero Yunho pronto cortó aventando el aparato, a juzgar por el ruido seguramente cayó en el suelo.

Las ansias por abrir la puerta y abrazarle me comían lentamente pero no quería que supiera que había escuchado toda su conversación, me sentí mal por privarle de cosas cotidianas como salir con sus amigos. Escapaba de mí, no podía controlarme en ese aspecto.

Finalmente entré a la recamara viendo como permanecía tendido en la cama con sus ojos relajadamente cerrados y la respiración acompasada que ayudaba al ritmo del silencio en las fibras del tiempo, una parte de su desnudez quería ser resguardaba por la traslucida tela de las sabanas sin lograrlo, es más, lucía mil veces mas arrebatadoramente sensual la manera en que su vientre escapaba totalmente de la tela. Con solo admirarlo unos segundos en esa posición se me aflojaron las piernas. Su nombre era sinónimo de Sexo desenfrenado.

Nunca me pregunté qué era lo que sentiría, fui alguien totalmente asexuado hasta que sus manos me recorrieron. Después de que el esperma de Yunho me enchastró por completo me volví adicto a sentir su cuerpo sobre el mío queriendo adentrarme en el mundo de los placeres desconocidos junto a él. Hombre que me volvió un total loco de remate.

A sus ojos estaba seguro de que todavía consideraba mi inocencia pero las cosas eran diferentes. A cada segundo buscaba la manera de seducirlo.

Dejé casi sin chistar la fuente con los comestibles sobre la madera del escritorio para acercarme, coloqué cada una de mis delgadas y desnudas piernas al lado de sus caderas inclinándome un poco para rozar su piel y repartir besos húmedamente cortos que morían en su mejilla. Las cosquillas le obligaron a abrir los parpados admirándome en esa posición, su expresión fue de total arrogancia, era consiente de que me tenía en sus manos como un fiel cordero.

Los dos estábamos embriagados de amor.

-“Deja de hacer eso nene, tus adorables nalgas todavía están moradas.”- algunas veces aborrecía ese lado eternamente protector hacia mi cuerpo, me trataba como una escultura a la cual necesitaba proteger de todo. De lo que no se daba cuenta era que algunas veces tenía la necesidad de sentir como sería que me rompiera como a un muñeco de porcelana.

Omití completamente lo que dijera siguiendo con el recorrido de mis besos, cada día necesitaba absorber energía proveniente de él, sentirme aunque sea un poquito más fuerte para enfrentar los problemas con la templés con que él lo hacía. Estaba tan orgulloso de mi noble leñador que todo lo demás escapaba al conciente.

De repente sentí como su cuerpo se iba incorporando hasta sentarse sobre el colchón y dejarme espacio libre a que le envolviera con las piernas, sobre las suyas, piel con piel. En el silencio del lugar los chasquidos de nuestras lenguas al chocar se escucharon sin parar, remediando confines de sensaciones que nos alteraban cada célula del cuerpo procurando entregar hasta el ultimo aliento en la caricia de la cual siempre fuimos esclavos desde el primer momento. Sus besos me dejaban como un paupérrimo moribundo.

Por la presión del sentimiento me moví sobre él lento, pausado, asegurando transmitirle sensaciones únicas que recordara hasta el confín de la memoria, quería que se derritiera en mis manos como yo lo hacía en las suyas.

-“Es suficiente.”- se separó unos centímetros mirándome a los ojos a medida que dejaba cortos besos en mi rostro. Ganaba siempre. Permanecimos así mucho tiempo analizando las expresiones del otro, acariciándonos, besándonos, una manera nueva que aprendimos para comunicarnos, no necesitando palabras, sólo una mirada era suficiente para decirle al otro lo que sentíamos.

Me reí quedito cuando me abrasó por la cintura pegándome a su abdomen y hundiendo la nariz en el hueco de mi cuello, me acarició los cabellos con parsimonia diciendo que era tarde y quería que me quedara a dormir con él. Yo con gusto aceptaría sin chistar.

-“Traje comida.”- casi salté de la cama apresurándome a posicionar la fuente a un lado, miró reprobatoriamente cruzándosele quién sabe qué cosas en la cabeza.

-“Hubieras llamado a Betty, quería verte al despertar.”- me removió el flequillo como un padre lo hace con su hijo dedicándome esas encantadoras miradas que me dejaban un agujero en el pecho. Estaba buscando que me muriera.

-“Se dice gracias y si te intoxicas prefiero que sea por algo que yo haya preparado.”- entrelazó sus dedos en mi mano instándome a que enredara los míos, nuestras yemas se tocaron provocando pequeñas e imperceptibles descargas eléctricas que se ocultaron en lo bajo de mi espina dorsal, le miré acoplando mis dedos antes de que al depositar un lindo beso en nuestro puño formado me guiñara un ojo. Nunca entendí la plenitud de sus emociones en los gestos. Era un caudal de sensaciones que quería derribar el indócil movimiento de mi alma.

Desvió la atención de mi rostro hasta la fuente inspeccionando todo lo que había traído, le gustaban muchísimo las frutas y por ello me esmeré en cortar gran cantidad de variedades, gastamos bastante energía luego de la improvisada pelea, o mas bien malentendido de mi parte cuelelé, siendo una buena oportunidad para llenarnos el estomago de alimentos frescos.

Lo único en mente era observarle comer, sus labios moverse de un lado a otro al masticar era lo que necesitaba ver para querer tragarme su carne entera.

-“Gracias bebé.”- temblé. Cuando me llamaba así se me aflojaba todo el cuerpo. Juré comenzar a sudar y no era precisamente por el clima. Obligó a que me sentara como dictador asegurándose de recostar la cabeza en mis piernas para que le alimentara.

El también era un chiquilín.

Los momentos vividos eran demasiado comparado con lo que alguna vez soñé sin embargo nunca me acostumbraría a verle desnudo, con el cuerpo de un Dios griego a mi disposición, suplicando en sus adentros a que recorriera con la lengua todas sus cavidades. Me ponía tanto que fuera desinhibido. Yunho Jung representaba un orgasmo absoluto para la visión de cualquiera.

Ah! Tenía tantas ganas de que entrara de nuevo en mis profundidades embargándome con su semitransparente esencia blanca como un lirio renaciente.

-“Estas muy pensativo. ¿Te molestaron mis preguntas?”.- cierto, había olvidado las extrañas preguntas de hace algunas horas. El mejor que nadie sabía que sea lo que fuere le perdonaría. Jamás se atrevería a engañarme, era conciente de ello. Le notaba mas feliz que de costumbre suponiendo que era porque le había dado la respuesta que él estaba esperando. La naranja era su fruta preferida. Tomé una rodaja mediana para depositarla en su boca semiabierta teniendo la suerte de que una gota de jugo se escapara por la comisura. Me agaché para lamerla y él se tensó.

Ambos estábamos relajados disfrutando plenamente del momento.

Le miré a los ojos haciendo una seña negativa con la cabeza a medida que enterraba una mano entre sus hebras de cabello.

-“¿Entonces? Te noto algo raro.”- No estaba raro, mas bien tuve un resplandor de sinceridad conmigo mismo dándome cuenta de algunos de los errores que cometí. Que fuera un antisocial no me daba el derecho de alejarle también de todos. Debía impedir que mi amor enfermizo le lastimara unilateralmente.

Los voluptuosos par de labios se incorporaron acercándose a los míos hasta tocarlos. Sentí como ambas bocas abiertas se juntaron mostrando como las lenguas entrelazadas comenzaron un par de movimientos lentos, disfrutando de la dulces que nuestros besos despedían. Yunho se detuvo en mi mirada atrapándome como una merluza despistada a merced del tiburón hambriento, reí al comprobar su apetito voraz por comerme. Yo le parecía más dulce que cualquier fruta y eso me hacía sentir más importante de lo que ya era. Tiré hasta lograr tumbarle y colocarme a horcajadas sobre su desnudo cuerpo palpando con las manos la morena piel de ensueño que le revestía los tejidos discípulos de armonía. Siempre le gustó comprobar hasta donde era capaz de llegar con mis caricias jactándose de que cada día me volvía sucio y manipulador con su cuerpo.

Estaba en lo cierto.

Llevó sus manos a mi cintura atrapándola con los dedos y delineando la curvatura, pude sentir como a paso extremadamente lento levantaba la tela desnudándome el vientre que chocó contra el suyo. Sonrió al notar que traía sus calzoncillos. Ambas pelvis bailaron en el regocijo aturdidor. Le besé con hambre dejando que acariciara donde se le diera la regalada gana. Lo único que ansiaba era que me armara y desarmara sin motivos y con astucia.

-“Llévame a esa fiesta.”- detuvo cada movimiento tratando de recuperar el aliento observándome con atención. Me vi luego de un fuerte movimiento de nueva cuenta bajo su cuerpo, me inmovilizó enterrando su rostro en mi pecho. Su respiración se acompasó con la mía.

-“Escuchaste todo ¿Cierto?.”- asentí. Me encanté con la luz que brilló en el interior de su iris. Se quedó observando un punto fijo de mi cuerpo para incorporarse comenzando a caminar lejos de la cama. Permanecí tendido sin atisbo alguno analizando con mis ojos la manera en que un fino pantalón de algodón color gris subió por las piernas adaptándose a su prominente trasero. Qué visión sublime. Se metió en el baño buscando algo que escapaba de mi entendimiento, aún revuelto entre las sabanas le miré con atención grabando en mi retina la curvatura de su abdomen musculoso marcarse cuando con los brazos se estiró para alcanzar lo que estaba buscando.

Se acercó sentándose a mi lado con una pequeña cajita de primeros auxilios entre sus dedos. Ni siquiera me moví, seguramente ante su mirada me veía terriblemente motivador con las piernas flexionadas y desnudas, la sudadera arrugada dejando ver el blanco inmaculado vientre y con los cabellos revueltos. Por más que pareciera inmutable sabía que por dentro se estaba incinerando.

Tomó mi mano analizando el dedo lastimado haciéndome estremecer cuando lamió la herida sin rodeos, cerré los ojos acoplando el centenar de sensaciones que me colapsaron.

El estaba buscando que mi corazón se detuviera.

Apreté los parpados cuando roció alcohol antes de envolver la zona en una bandita, terminó el trabajo apoyando su boca en mi estomago para comenzar a dibujar garabatos con los labios. Le acaricié la espalda en agradecimiento.

-“¿Cuáles son los planes entonces?”- su concentración no escapaba de dicho lugar, sentí la saliva sobre mi vientre regocijándome por las hermosas cosquillas experimentadas. La plenitud de un oasis en medio de las reliquias de arena era nada en comparación con lo que ese hombre me entregaba. Cada vez que nos besábamos me regalaba un pedacito de su corazón.

-“Debes tener cuidado, ya no tomas decisiones por tu cuerpo porque ahora él me pertenece. Si lo lastimas de nuevo me enojaré bastante.”- asentí suavemente. Nuestros rostros demasiado cerca y no podía hacer más que perderme en el movimiento de sus labios. Quise reírme pero le estaría quitando seriedad a la situación, aunque quisiera omitirlo estaba feliz de que se tomara tales atribuciones. Me daban ganas de lastimarme sólo un poco para verle reaccionar. Me levanté atrayendo sus ojos a los míos, podía mirarlo fijamente años enteros sin cansarme.-“llamaremos la atención de todos, por ello no debes elegir prendas que resalten tu bestial cuerpo a ojos ajenos. Si miras a alguien le mataré.”- mis ojos se cerraron cuando su mano empezó a frotarse sobre las mejillas hablándome al oído, engatusándolo descaradamente. Yo parecía flotar y sólo me limitaba a recordar las instrucciones para seguirlas al pie de la letra.-“El pueblo donde iremos queda a bastantes kilómetros de aquí, no te separes de mi lado y todo saldrá perfecto, seguro te gustará. Esos son los planes.”- terminó de hablar sin detener las caricias.

Asentí enredando los brazos en su cuello para besarle los labios, me detuve en la carne del inferior pellizcando con mis dientes la pulpa hasta quitarle un leve quejido que acaparó mi atención. Teníamos poco tiempo antes de que me llevara a casa para prepararme empujándole entre beso y beso hasta la ducha donde sin miramientos le acariciaría todavía más a mi antojo.

A medida que el agua caía en su espalda cuando me tenía preso sobre los porcelanatos de la pared me detuve a pensar que sería una buena ocasión para conocer un poco más de lo que le gustaba. Esa diversión que podría acaparar varios excesos.

También de intimidar sólo un poco el libido queriendo experimentar con mis propios ojos que tan lejos era capaz de llegar Yunho por mi causa.

Estaba emocionado.

Le oía rezongar de minuto a minuto mientras su vista no se desprendía de la carretera. Era un niño que odiaba las contradicciones, si no se seguían sus ordenes buscaba la manera de ponerlo todo patas para arriba. Sumamente estoico y adorable.

Si bien había dicho que tratara de llamar poco la atención vistiéndome moderadamente aplacando la belleza que por naturaleza me envolvía, hace un año abría respondido “Okey, total no me interesa lo que los demás piensen” y hoy las cosas eran muy diferente, quería resaltar demostrándole al mundo que el amante de Yunho Jung era un niño hermosamente perfecto para estar a su lado, aunque sea en ese aspecto necesitaba estar a la altura de mi moreno. No importaba en lo absoluto que otros hombres quisieran tenerme entre sus sabanas, mientras la vista de ese chico junto a mí no se apartara estaría satisfecho importándome muy poco la suavidad del torrente de blasfemia circulando alrededor. Ahora era inmortal, mi amor valía mil veces más que un conjunto de comentarios mal intencionados.

Con su boca sobre la mía ya nada podría destruirme la moral.

Desde que subí al coche evitó mirarme habiendo pasado mas de cuarenta minutos conduciendo sin siquiera regalarme un beso en la mejilla, estaba tan ofuscado en su burbuja rabiosa que no quiso decirme lo lindo que me veía.

Hace tiempo atrás logré comprender el sentido de la moda y lo que podía ocasionar, mas allá de todo, el lado femenino oculto salió a la luz en el momento de revolcarme como un animal en celo con ese hombre dejando mi masculinidad por los suelos infernales acallados por la resequedad inesperada de lucidez. Aún así, no le gustaba mi manera de vestir dejando expuestas muchas puertas que solamente él quería abrir, como la de mi piel y mis ojos, o mi aroma enriquecedor que llamaba a cualquiera a desear acercarse. El siempre lo decía, que yo quisiera resaltar mis atributos para que todos le envidiaran por tenerme encadenado a él como un esclavo era totalmente su culpa. Las consecuencias de decirme a cada segundo lo hermoso e inalcanzable que yo era.

Que quisiera mejorar mi apariencia. Como exactamente sucedió hace momentos.

Esperaba en el automóvil con su camisa blanca algo desabotonada y unos jeans gastados tratando de no entrar a casa y sacarme a tirones por tardar tanto, mandaba consecutivos mensajes intimidadores procurando asustarme si decidía faltar a mi palabra. Todas mentiras. Yo quería lucir mejor que nunca.

Cuando salí despidiéndome de Padre, que me daba sus bendiciones, le miré recostado sobre el salpicadero del coche bajo la luz de la luna. Una ráfaga de viento insípida me golpeó el rostro demostrándome que nunca dejaría de sorprenderme la chulería de ese joven. El era todo y más de lo que podía alguna vez haber deseado.

Aunque me costaría, este año tenía prohibido pedir regalos de navidad.

Cuando llegué a su lado todavía mantenía los ojos abiertos por la sorpresa, relojeó mis atuendos fugazmente casi mordiéndose la lengua. Estaba furioso.

Mis piernas revestidas con una especie de calza negra con detalles oscuros afirmando la jovialidad del verano enloquecedor que aturdía a la temporada de mis casi veinte años. Decidiendo que esos pantalones no podrían ser acompañados con zapatos opté por zapatillas color índigo que sin dudarlo embozaron un gran interrogativo en la espera. Parecía más bien un niño de quince o dieciséis años que gritaba a cualquier pedófilo de los alrededores “Ven y cómeme”. No faltó la bellísima sudadera larga blanca con un estampado de New York City en plateado bajo la chaqueta de cuero negra tres cuarto que me cubrió hasta la mitad del abdomen, me sentía demasiado bien, seguramente a todos le atraería de inmediato.

Lo que mas le había impactado a Yunho eran algunos detalles como mis lentillas color turquesa cielo, el imperceptible maquillaje que terminó con abundante brillo labial y mi cabellera negra algo larga alborotada dándome un tono de delicadeza y desprolijidad al mismo tiempo.

El estaba fantaseando.

Abrió la puerta del lado del copiloto sin siquiera dirigirme una mirada o reclamo, había herido su orgullo pero tendría que entender que no podía permitirme llegar junto a él luciendo opacado. Mi deseo era que todos los presentes tuvieran celos de Yunho por tenerme a su lado como una flor fresca que acababa de florecer.

Y así transcurrieron los minutos fugaces notando cierta tensión en el ambiente, bajoneándome el espíritu galopante en un abrir y cerrar de ojos. El malhumor de mi amante no desaparecía, yo era el total responsable de eso. Me recosté sobre el asiento mirándole atentamente, recorriendo sus facciones atolondradas por la ira. Acerqué una mano a la suya sobre la palanca de cambio y él salió de su estupor.

¿Qué navegaba por los mares de sus pensamientos? No lo sabía.

Bajó la velocidad considerablemente hasta orillarse por la banquina deteniendo el auto con las balizas encendidas. Me miró fijamente apresando mi mano en la suya con fuerza. Mi respiración se cortó viendo sus ojos brillar tristemente por el resplandor de la esfera lunar hasta sentirme un vil desnaturalizado por ocasionarle penares tan injustos a su alma bondadosa.

-“Eres un mentiroso.”- suspiró agotado acercando sus labios a la piel de mi mejilla. El ardor en esa zona se propagó. Fueron muchos minutos sin el calor de sus besos. Ya me estaba sintiendo solitario y abatido.

-“Siempre miento.”- tomé su rostro entre mis manos para dejar un casto beso entre sus labios entreabiertos por la desesperación.-“Tienes toda la culpa de que quiera parecer incomparable para que no apartes la mirada de mi cuerpo. Es tu responsabilidad asumir las consecuencias de haberme vuelto un completo adicto a esa mirada enamorada. Quiero que enfrentes la culpa no quitando tus ojos de los míos hasta que un día te canses de mirarme.”- cargué angustia al momento porque en verdad la sentí. Había días en los que las pesadillas de un mundo sin Yunho me acosaban. No quería ni pensar volver a ser el sujeto de antes de que le conociera.

Feo y sin gracia. Estúpido y vulnerable.

-“Ese día nunca llegará a menos que la muerte me acose. Solo ella puede separarme de ti.”- no pude mas que sonreír porque el pensamiento me pareció bonito. Yo tenía pensado vivir toda una vida con Yunho y que él también lo estipulara significaba mi felicidad extrema.

Sin dejar de mirarme acarició uno de mis muslos antes de apoyar sus labios sobre mi frente, dejó suavidad en mi piel diciéndome con ello que ya todo estaba bien y me perdonaba. Siempre lograba conseguir todo lo que quería con él.

Seguimos nuestro camino adentrándonos en el pequeño pueblo lleno de casi mansiones estructuradas y costosas que aligeraban la visión como un suspiro enardeciente, bien podría decirse que ese era un sitio de ricachones. Según lo que me iba narrando a medida que nos inmiscuíamos en árboles gigantescos por un camino de tierra era una de las tantas fiestas privadas que organizaba uno de sus mejores amigos, Cho Won Bae, en su casa. Todas nuestras familias eran ricas así que no me sorprendió para nada el tamaño de su mansión, que además de impactante se situaba dentro de un entrecruzamiento de bosques.

Me quedé maravillado.

¿Cómo era posible que ese joven estuviera siempre casi arrastrándose a la par de Yunho bajo su sombra intimidante? Mi hombre era poderoso dentro de nuestro círculo, yo lo sabía porque Padre me contó una vez que Jung Soo Rin fue un empresario extraordinario que también mantenía lazos con grupos de mafias para resguardar los intereses de la gente rica. De allí venia la lealtad que todos le demostraban. Nunca me detuve a hablar de esos asuntos con Yunho, él no hablaba de su Padre. Cuando salía el tema solo decía que el respeto impuesto era por el cargo que la señora Jung ocupaba en el senado de la nación. A mí me bastaba solo con eso. Si no quería hablar no sería yo quien le obligase.

Aparcó junto a otros autos apagando el vehiculo y llamando mi atención.

-“Es muy tarde y no avisé de mi llegada. Si alguien trata de intimidarte debes decírmelo de inmediato.”- asentí a sus palabras.-“Se que no te gustan los lugares con muchas personas y que jamás asististe a una fiesta, pero será divertido.”- me sonrió alocándome el torrente sanguíneo, solo una de sus muecas construiría la mejor noche.

Caminé a su lado muy lento sintiendo el vibrar del suelo, la música estridente escuchándose hasta los alrededores aminorando contorsiones isotópicas que pudieran desapropiar los sonidos de las ramas moverse por el viento. Sentí como uno de sus brazos me rodeaba atrapándome por la cintura, me apegó a su costado eliminando la escasa distancia abriendo la puerta de frente hasta entrar como si nada, con ese porte rudo tan característico. No quería observar demasiado pero la curiosidad me atrapó.

Observé muchos pares de ojos conocidos encantados con la manera en que ambos caminábamos en cámara lenta por el medio del lugar, la gente se apartaba brindándonos espacio. Noté sorpresa, curiosidad, envidia y veneno que me llegó en forma de vibraciones acariciándome la nuca un escalofrío que me dejó helado. Yunho presionó su agarre diciéndome que no me preocupara, tranquilizándome. Nos aproximamos a un grupo de gente en unos sillones al fondo que al igual que todos los demás observaban azorados. Cho Won Bae apresuró a incorporarse, acercándose a Yunho con sorpresa.

-“¿Yunho? Dijiste que no vendrías.”- se volteó hacia mí saludándome cortésmente ante los escrutadores ojos de mi hombre, miró a dos mujeres que estaban sentadas junto a él cuando llegamos y les exigió que se corrieran para cedernos los lugares. Las féminas me rebajaron descaradamente antes de irse. Si volvían a mirarme estaba casi seguro que Yunho las sacaría a empujones. A las demás personas que nos saludaron al sentarnos cómodamente las identifiqué como el pequeño grupo de Yunho. Todos le seguían siempre tenazmente. –“Fue un largo viaje. Jaejoong ¿Puedo llamarlo así?.”- preguntó el anfitrión. Solo asentí regalándole una mueca que quiso parecer sonrisa. Crucé mis piernas casi tumbándome sobre el hombro de Yunho, quien entrelazó nuestros dedos naturalmente sintiéndose ganador disfrutando de la atención que obteníamos.

-“Cuidado con lo que dices Bae, llamarle por su nombre implica peligro. Romperé tu mandíbula por más que seas un viejo amigo.”- No supe si lo dijo en broma o no, pero la cara del pobre muchacho palideció. Los otros afilaron los sentidos tratando de sacar algún tema oportuno, bebiendo un sin fin de tragos enloquecedores.

El clima se calmó un poco volviendo todos a sus quehaceres anteriores. Me impresioné por el cuadro de mujeres y hombres bailando apegados por los rincones de la casa. Las luces tenues haciendo lucir todo lúgubre y sugerente, la verdad era que aquello no me desagradaba del todo.

De un momento a otro me encontraba envuelto en los fuertes brazos que me daban arrumacos frente a la expectativa de todos. Era como si dijese “Miren y sientan coraje por ser tan patéticos de no amar como nosotros” no privándose para nada de tocar mi lengua con la suya entre cada palpitar de las imaginarias agujas del reloj de nuestra abusiva pasión descabellada y asegurándose de que mi vista no se dirigiera a nadie en especial.

Estaba más celoso que nunca. Yo también tenía la culpa por lucir demasiado bonito atrayendo la mirada de la mayoría de los presentes.

Luego de algunas horas todo seguía normal mientras me embobaba mirándole beber tragos de colores, haciéndolo de una manera tan viril que me ponía los bellos del cuerpo en punta. Me sacó del estupor momentáneo al volcar un gran sorbo del líquido en su boca hasta acercarse tomándome por los labios, me impresioné al sentir el calor terrible traspasarse de su interior al mío casi obligándome a tragar todo el contenido. Un gusto fuertísimo me acosó la garganta dándome arcadas. Se separó sonriendo con burla, tenía muchas ganas de jugar conmigo.

-“Eso es asqueroso…”- le susurré al compás de la música. Claro que no me importaba para nada, estaba mintiéndole para ocultar que realmente me encantaba lo que hacía.

Yo quería sexo. Estaba fantaseando con él.

-“¿Asqueroso?”- se detuvo mirando a los alrededores a que nadie estuviera prestando atención a nuestra charla privada acercándose a mi oído casi susurrando sobre el lóbulo de mi oreja. Me estremecí como cuando era un virgen, experimentando esas sensaciones efervescentes.-“Así que eso es lo que piensas cuando te metes mi pene en la boca engulléndolo, chupándolo como si se te fuera la vida en ello. Pasando la lengua por la textura…”- Diablos! Las mejillas se me pusieron rojas como un tomate. El me conocía tanto que sabía lo mucho que me gustaba besarle su hermoso pene hasta que liberara todas las sustancias que quisiera en mi boca. De solo recordar enloquecía. Estaba calentándome.-“salivando la punta, tocando mis testículos y frotando toda la erección por tu rostro. Umh… eso si es asqueroso. Eres un niño mentiroso. A ti te encanta.”- me reí ante las atrevidas palabras comenzándole a acariciar lo cabellos, también lanzó unas cuantas carcajadas depositando mil pequeños besos en la piel de mi cuello. Éramos dos locos de remate.

-“Siempre miento. Y si, me encantas.”- me besó expiadamente asegurándose de recorrerme por completo, noté que su respiración no era regular y se aligeraba de a momentos. Se estaba conteniendo para no dar un espectáculo pornográfico frente a todos los allí presentes.

Uno de sus amigos llamó la atención haciendo que nos separáramos diciendo algo como que parecía que no nos habíamos visto en años por la manera en que estábamos pegados como garrapatas. El solo lanzó un par de carcajadas contestándole que siempre sería así, porque yo era adictivo. Que no se preguntara como, pero que jamás experimentaría algo tan fuerte como lo que Yunho sentía por mí.

Me creí una princesa.

Luego comenzó a hablar con sus compañeros de trivialidades y solo me mantuve a su lado haciendo como que escuchaba lo que ellos hablaban, no dándole importancia. Si tenía relación con Yunho era de mi interés, lo demás no importaba. Mis ojos comenzaron a vagar de persona a persona analizando su comportamiento. Las parejas se intercambiaban cada cinco minutos besándose y manoseándose todos con todos. Me pareció absolutamente desagradable. ¿Esas eran las dichosas personas ricas que alardeaban de su posición? Que paradoja.

Por momento cuando me sentía espiado volteaba la vista percatándome de algunos hombres que me observaban casi violándome y murmurando cosas entre ellos, me recorrieron centenares de escalofríos siendo monopolizado por el miedo, sintiendo la urgencia de informarle a Yunho, no atreviéndome, su día se arruinaría por mi culpa porque parecía retomar charlas pendientes con sus compañeros y no me sentí con derecho de privarle de esa pequeña cosa.

Y las tantas preguntas retóricas del pasado surgían como bólido adyacente ¿Mi belleza seguiría siendo una bendición o no era mas que un cruel castigo? Volvía a preguntar qué hubiera sucedido si él no aparecía en mi vida para rescatarme.

Porque era débil. Tan débil que siempre menosprecié hasta mi existencia a la cual él le daba más valor que su propia vida, pasando a ser su prioridad. Gracias a mi hombre esas preguntas habían desaparecido en la lejanía del camino.

Volví a la realidad con la llegada de unas mujeres extrañas.

Me sorprendí al notar como esas cuatro mujeres algo crecidas que llamaron solo la atención de los amigos de Yunho, que permanecían alrededor nuestro, se aproximaban tomando asiento respectivamente, una se sentó sobre el regazo del amigo de Yunho mientras le miraba sugestivamente. Se me erizó el cuero.

Llegué a la conclusión de que eran prostitutas.

¿Me habían comparado con ellas? Baqueteadas sin gracia vistiendo grotescamente, rebajándose a lacra frotándose contra esos hombres que las miraban como mercancía. Las manoseaban sin que pudieran decir absolutamente nada, rezando por que luego de todo aquello les dejasen unos billetes sobre la mesa. Sentí pena pero comencé a deprimirme.

¿Por el solo hecho de ser hermoso estipularon que era un cualquiera?

¿Por ser hermoso ellos podían mancillar sin derecho mi autoestima?

¿Por ser hermoso debía aceptar las ofertas de los hombres?

¿Por ser hermoso tendría que hacerle una mamada al profesor?

¿Por ser hermoso seguiría siendo sinónimo de vagabunda?

¿Por ser hermoso mis sentimientos no importaban?

Aunque en un principio gracias a la hermosura conseguí que Yunho posara sus ojos en mí, ella seguiría siendo un castigo en vez de una bendición. Mis ojos querían aguarse. La angustia empañó mi corazón como en un frío otoño.

-“Hey, qué sucede…”- susurro a mi oído perdido en la distancia. Nunca logré definir el lazo que compartíamos, si algo me pasaba lo percibía de inmediato, era como si pudiera leer mis emociones en un oráculo de sabiduría. Levantó mi mirada desde el mentón pero la desvié, no quería que viera las pequeñas lágrimas que se estaban formando. Seguro lucía patético.

No pude evitarlo.

Optó por alejarme de allí encaminándonos entre las personas sumergidas en los excesos de la noche que ni siquiera notaban nuestra presencia a esas horas de la madrugada. Llegamos a un baño donde un par de sujetos fumaban marihuana con los ojos inyectados en sangre perdidos por quién sabe qué cosas, alucinando en la vagabundez de las sensaciones que los estupefacientes le atribuían. Yunho les llamó para que se salieran cerrando la puerta. Aún en mi estado de debilidad observé nuestros alrededores revestidos por finas piezas de cerámicos y espejos enormes que me reflejaron la tez pálida, un lugar muy espacioso separando la tina con una diminuta pared congruente y adornos de terciopelo. Si no estuviera deprimido diría que todo había sido maravillosamente construido.

-“Ven…”- enredó sus dedos en mi mano hasta llevarme tras esa pequeña pared que nos separaba del centro impidiendo que nos vieran si alguien entraba. Le seguí sin palabras hasta sentir como mi espalda chocaba contra los cerámicos mientras él rodeaba mi cuerpo con sus brazos cálidos y fuertes, empezando a acariciarme desde los cabellos hasta la espalda repartiendo suspicacia en mi piel entumecida por la desazón que gritaba en el silencio ser desmantelada por la suavidad de las manos de mi hombre.

Frotó su mejillas con la mía dejando dulces palabras de amor infinito en mis oídos, el temblor que me había encadenado desde la angustia antes adquirida empezaba a esfumarse como enfermedad ante curación por su prolifero movimiento. Pensé que ambos habíamos escapado del mundo, pensé que ya mas nada sería importante como lo era ese muchacho frente a mí. Lentamente mis brazos se cerraron en su espalda atrayéndolo más, comenzando a llorar en su pecho. Solo le oía suspirar entre amargura cuando las gotas salinas que escapaban escurridizas por mis mejillas le derrumbaron los esquemas.

Cuando lloraba el también sufría. Lo sentía a través de la suave gasa que separaba nuestros corazones enamorados.

-“Cuéntame.”- dejó un par de besos en la piel de mi blanco cuello.-“algo está haciéndote daño. Si no hablas conmigo entonces ¿Quién crees que te defenderá? Necesito saber qué es lo que te lastima para poder exterminarlo.”- nos separó un poco para mirarme dejando cortos besos por el sendero de mis lágrimas, las lamió acrecentando la epifanía de mis palpitares despotricados.

-“Todos, quiero que todos desaparezcan. No los soporto, hacen recordar momentos malos que me atrapan en un callejón sin salida. No me gustan las personas.”- una sonrisa maquiavélica apareció en sus facciones al admirar la simpleza con que esas feas sílabas alineadas salieron de mis labios rojos que según él, eran como el pétalo de una rosa. Ver el llamear de sus pupilas apresuró a la ingenuidad de mi estado. Le gustaba consentir mis estupideces.

-“Bebé, eso es algo pretencioso.”- permanecimos inmóviles, sólo viendo su boca moverse y sus manos tocarme, él sumergiéndose en la oscuridad de mis ojos y yo en la calidez de su cuerpo junto al mío.-“Tanto como pretender ser una espada.”- aunque fuera imposible, incluso deseé poder parecerme a una espada. Una que tuviera el filo de las centellas.

-“Si fuera una espada podría defenderme.”- me acostumbraría sin dudarlo a reestablecer el orden de mis pensamientos y de aquellos a quienes lo inverosímil cubría. Les mostraría que aún con un rostro de muñeca podía matarles de la peor forma para que me dejaran en paz. Ya no molestaría a Yunho con mis lágrimas furtivas.

-“Una espada creada para matar personas… ¿Por qué?.”- la lógica involuntaria de mi desequilibrado cerebro siempre le llamó la atención, yo no hablaba mucho y por eso le gustaba inspeccionar en mis profundidades, para comprobar si estaba tan loco como él. Eso no era necesario, mi locura crecía con el correr de los minutos.

-“Porque soy débil. Siempre fui débil. No mereces una persona así a tu lado.”- le vi una gigantesca mueca asomar por el contorno de sus labios, era como si hubiera murmurado palabras sin sentido.- “No me gusta cuando subestimas mis palabras.”- quise volver a llorar, estaba tan enamorado de Yunho que pensar en verme patético frente suyo me desgarraba el alma. La fuerza recobrada desde que le conocí estaba cayendo por un precipicio.

-“No me interesa lo que digas, lo que sientas o lo que pienses cuando el morbo te ataca. Solo sé que te necesito para respirar. Si no estas entre mis sabanas en los amaneceres siento que el animal dentro quiere destruirlo todo a su paso. Todos somos débiles.”- le abrasé cuando sentí que sus emociones me llegaron a la profundidad del alma. Con solo pocas oraciones anestesiaba mis cavilaciones desorbitadas.-“Nadie puede volverse fuerte sin haber experimentado lo que es ser débil.”- asentí escuchándole, él era un manantial de sabiduría.-“Tu eres como una espada que me mantiene doblegado, mientras más me cortas más bella eres y si lograras alcanzar el máximo nivel de belleza serías una belleza escalofriante.”- no supe como tomar aquello. Se me entumecieron las extremidades de pronto.

-“Entonces estas diciendo que soy una belleza que hasta es capaz de teñir de su color a aquel que la posea. Aunque trate no quiero teñirte con mis debilidades, pero al mismo tiempo necesito atarte a mí por el resto de nuestras vidas.”- y allí de nuevo apareció una sombra que oscureció mi conciencia. Yunho no merecía a un chico con tantos problemas existenciales en su cama, sin embargo a esas alturas me era imposible apartarme por más que lo intentara. Me había vuelto una persona demasiado egoísta por su causa.

De inmediato acercó su boca a la mía acariciando con los suyos mis labios, sin apuros, sin impedimentos, tan solo brindándole cariño a mi espíritu que estaba mas vulnerable que nunca. Le seguí la corriente cuando pidió permiso con su lengua para recorrerme los confines sagrados, haciéndolo con tanta dulzura que poco a poco iba olvidando los malestares que de improvisto querían usurparme.

-“Si tal belleza existiera esa espada ni siquiera necesitaría poder cortar porque ser fuerte y ser bello es la misma cosa.”- me perdí en la sensación de alivio, por fin podía dar solución a la tangente constante que intimidaba los arroyos de mi lucidez. El había ayudado a darme cuenta de que no importaba que fuera débil, mi hermosura era una espado de doble filo mientras que Yunho era la fortaleza que necesitaba. Mientras él estuviera a mi lado no tendría que preocuparme, sería la espada que corte personas en mi lugar.

Tan fácil como eso.

Nuestros besos pasaron de ser suaves a querer devorarlo todo a su paso, ya no habían lágrimas que quisieran escapar de mis ojos porque ese hombre que me consumía en la gratitud me curaba como una semilla de ermitaño. Con lo único que podía agradecerle era con mi cuerpo que le encantaba. Todo lo demás ya le pertenecía desde hacía mucho tiempo.

Sentí sus grandes manos pasearse por la curvatura de mi cintura para poder llegar al borde de mi ropa y empezar a levantarla con lentitud extrema, me tocaba con los dedos el vientre haciéndome gimotear de improvisto, lo único que circulaba en mis pensamientos era que me hiciera suyo en ese lugar sin perder tiempo. Estaba necesitando que embargara mis cavidades con su esencia. Me separé del beso para que mis pulmones recuperaran oxigeno, él no perdió tiempo comenzando a recorrer la piel de mi cuello. Sabía de antemano en qué puntos sensibles tocar. Mi cuello era la debilidad de ambos.

Mil y un suspiros embardunaron la habitación con sensualidad, mi boca no podía cerrarse cuando su lengua me lamía de arriba abajo no escatimando recaudos, siempre enloqueciéndome sin apuros esperando a que me quedara el cerebro exprimido. Tratando de hacerme cometer locuras bajo su consentimiento. El calor no podía aumentar más, sofocándome, atolondrándome, eliminado cada atisbo de sensatez que contenía mi ser.

Me pareció ver un remolino de rojo color alrededor de nuestros cuerpos entrelazados, supe de inmediato que era la locura que nos corroía el ego.

Dirigí mi palma hasta poder tocarle la zona intima por sobre el jean y posicionó sus codos a cada lado de mi cabeza aprisionándome sin apartar sus filosos ojos llameantes en deseo de los míos, nuestros estómagos estaban pegados pudiendo sentir la respiración acojonada que subía y bajaba casi asfixiándose. Me hablaba a través de los ojos, apurando para que continuara, le gustaba tanto sentir mis caricias que le dejaban al borde del barranco sin fondo.

Los dedos pasearon hirsutos tocando desde abajo por sobre la tela no tan gruesa y le escuchaba susurrarme al oído cosas sucias. Cerré mis ojos acoplando el sinfín de sensaciones que la dureza de su miembro me transmitió, estaba demasiado duro, no entendí como había hecho para hablar como si nada conteniendo esa erección en sus calzoncillos. Ya no podía controlarme. Lo agarré con la mano provocando que la ficción fuera mucha. Solo la tela me separada de su carne palpitante. Con la lengua inquieta me relamí los labios imaginándome mil maneras de chupársela.

Adrenalina corriendo por nuestras venas.

Empezó a fregarse sobre mí simulando embestidas superficiales que necesitaban apartar la ropa de inmediato. Mi piel afiebrada pedía a gritos que me penetrara de una buena vez. Mis manos levantaron su blanca camisa tocándole sin remordimientos hasta llegar a los botones del pantalón. Gimió entrecortado esperando ansioso porque me metiera en las ropas para acariciarle su pene erguido. Iba a sumergirme cuando a mis oídos llegó el sonido de la puerta abrirse, alguien había entrado en el peor momento. Sentí sus puños cerrarse con fuerza largando maldiciones silenciosas, riéndome ante los berrinches que me parecieron de total ternura. El tendría que esperar a que la habitación se encontrara de nuevo vacía.

-“Prepáralo ahí arriba.”- llamaron mi atención, por lo visto eran dos hombres.-“trata de hacerlo mas rápido, no tengo todo el maldito día.”-Yunho tapó mi boca con una mano para seguir lamiéndome la piel. Los revoltijos en el estomago no se detenían. Me perdí mientras me palpaba.

-“No te apures ¿Es para verle de nuevo allá afuera? Si le sigues mirando te empalmarás pendejo.- con esa manera guarra de hablar entre amigos, no quería imaginarme lo que hacían en la intimidad. Sin embargo, si llegaran a vernos en esas circunstancias era más seguro que serían ellos los que pensarían mal de nosotros. Injusta Paradoja.-“No te culpo, calienta a cualquiera.”- bardear a espaldas era andrajoso. No les vi ni las caras pero ya me parecían sujetos desagradables. Pobre de la persona a la cual se referían. Escuché sonidos extraños, era como si volcaran algo sobre el mármol del lavabo. Estaba desconcertado. Yunho atrapó mis labios besándome sin ocasionar ruidos cuando sus manos empezaron a acariciarme las piernas. De un momento a otro me había convertido en un manojo de nervios. Si nos descubrían me convertiría en un avestruz para esconder la cabeza bajo tierra.-“La putita de Yunho es la cosa mas bonita que vi. Maldito suertudo!”- me congelé, las piernas querían dejar de funcionarme y una daga abrumadoramente filosa se clavó en el medio de mi tórax. Decir que la vista se me nubló de improvisto era poco. No quería ocasionar más ira de la que veía reflejada en los ojos de mi amante, parecía una fiera enjaulada.

El estaba colérico.

Hizo un ademán para ir en busca de esos desgraciados y molerlos a golpes pero me desesperé. Ya una vez fui testigo de cómo le agujerearon la cabeza, ahora no estaba preparado psicológicamente para verle sangrar de nuevo frente a mis ojos. Había soportado muchas cosas en el pasado, esta sería una más de tantas. Atrapé su rostro en mis manos besándole la mejilla, haciendo una seña negativa para que se quedara a mi lado sin barullo. El día merecía terminar con paz y rogaba con que los mal nacidos se fueran al demonio rápido.

-“!Qué bien me conoces!”- una respiración fuertísima chocó contra mí, parecía que estaban aspirando drogas.-“Se me puso tiesa con solo verle llegar.”- el espasmo tratando de llamar al asma que me mortificaba desde niño, mis manos sudando ante el agarre de Yunho, si escuchaba una palabra más no lo soportaría. Ya era muy tarde para detenerlo.-“Se comporta como un santo porque Jung lo vigila a toda hora. Me pregunto las cosas que hará en la cama. Si pudiera tenerlo tan solo una noche le mostraría que mi verga es mucho mas interesante.”- mi mirada se clavó en un punto fijo del universo esperando a que mi corazón soportase las miles de espinas que me atravesaban. Me deslicé hasta tocar el suelo. Mis piernas flexionadas, espalda y cabeza contra la pared y ambas manos tapándome los oídos. Si seguía escuchando enloquecería. Mi fuerza se esfumaba con ligereza.

-“Deja el alarde Hee Ran, si no mal recuerdo fuiste uno de los primeros en decir que se había acostado contigo. ¡Maldito mentiroso!”- el frío helado congelándome el cuerpo como un águila de dolor incorregible.

-“Fue por el profesor Lee, si acrecentaba rumores me eximía de sus materias. Era un cambio justo. ¡Ahhh! Seguro que el viejo verde si pudo tumbárselo.”- las palabras navegantes eran un perfumado puñal que atravesaba mi umbral en discordia.

Mi amado hombre se arrodilló procurando no hacer ningún tipo de ruido para besarme la frente. Yo lo sentía, también estaba ahogándose en un mar de injusticia queriendo parecer fuerte y luchando porque las lágrimas no escaparan prófugas de sus ojos. Abrí los parpados encontrándome con una expresión indescifrable, perdiéndonos en la visión del otro y comprendí que detenerlo no serviría para nada. No era necesario que le pidiera que los callara.

-“Quédate aquí ¿De acuerdo?”- dijo suave en mis oídos, moví la cabeza en un leve asentimiento antes de que con su pulgar apartara una pequeña gota que quería huir de un extremo de mi ojo. Le vi levantarse con una penumbra dibujada bajo sus pies. ¿O era la silueta de su sombra que se había convertido en un animal que no pude distinguir? Esa era la bestia a la cual Yunho siempre se refirió.

Si, si, si, si. Ve y mátales, despelléjalos, córtalos en mil pedazos y trae los restos como trofeo de tu amor. Que murieran dejándome en paz, para que los espectros que eran curados con los besos de mi moreno desaparecieran de una vez por todas.

Empezaron a sonar unos aplausos del otro lado, los había sorprendido.

-“Se les pone tiesa al ver a mi nene, se empalman, le llaman puta, quieren follarlo y para terminar ¿Tienen una verga mejor que la mía?.”- no tenía deseos de escuchar pero la ira con que escupía me llegaba hasta lo más hondo, no pudiendo dejar de temblar. No se escucharon respuestas de ningún tipo, sin verlo podía jurar que los sujetos estaban mojando sus pantalones aterrados hasta la coronilla. Era muy tarde para ellos.-“Lo siento, pero no tienen derecho a un abogado.”- de pronto un estruendo me asustó. Las partículas de vidrio salieron desperdigadas por doquier cayendo en la cuenta de que un cuerpo fue aventado sobre el enorme espejo. Gemidos lastimeros iban y venían por la habitación haciéndome colisionar con el miedo absoluto. Las manos apretadas sobre mis orejas no surtían afecto y comencé a rezarle a algún Dios porque apagara mis sentidos evitando escuchar los gritos y suplicas de esas dos personas.

-“Yu…Yunho, q-que haces, basta, déjalo en paz. ¡Basta!.”- un golpe, dos golpes. Un cuerpo chocando contra la pared del otro lado hasta caer al suelo como un saco de patatas. Entonces el silencio nuevamente como un vencedor divino de muerte o como el porvenir de un velo misterioso. Pasos sublimemente cautelosos acercándose y desmembrando las partículas de vidrio abandonadas en el suelo.-“!Arghh! Ungh, umph, ahh… deten…te.”- comenzó a suplicar el extraño a su verdugo. La bestia maldita estaba dominando a mi hombre. Unas gotas deslizándose por mis sienes temblorosas.

-“¿Perdón? Eres boca floja pero no aguantas unos simples golpes.”- su carcajada vociferó de manera corrosiva. Mi amable se perdía en la violencia de la situación.

-“E-espera, él está sangrando mucho… Por favor debemos llamar a una ambulancia.”- abrí mis ojos conteniéndome. Me desvanecería como en un claustro silencioso, ritual peregrino de los malestares acechadores de la frágil luciérnaga de mi desesperación. Ruidos de vidrios propagándose, era como si hubieran tomado un gran pedazo haciendo revuelo. Presentí que fue a causa de mi moreno.

-“Mmhh… No me interesa. Que se muera, tu suerte y la suya no es distinta a la que tuvo ese chucho de profesor.”- Le escuché llorar con desesperación entre el forcejeo. Que se detuviera, quería que desaparecieran pero no deseaba que las gentiles manos de mi hombre se convirtieran en las de un asesino.-“!No te servirá de nada llorar hijo de puta! ¡Tienes viveza para hablar de Kim Jaejoong pero no para comportarte como un hombre! ¡No necesitas tus pelotas así que puedo cortarlas!.”- El chico comenzó a gritar pidiendo ayuda, convulsionando de miedo fermentado. Yo no podía soportarlo más. Si no me sacaban de ese lugar rápido mi pecho explotaría.

Por favor mi amor sálvame.

-“!Basta! ¡Déjalos en paz! Snif, mngh… D-déjalos! Snif… Quiero irme. Quiero irme. Sácame de aquí.”- mis gritos le lastimaron profundamente cual cruz resignada porque de inmediato algunos vidrios cayeron al suelo provocando un ruido sordo en desesperación. El chico seguía pidiendo por su vida. Mis gimoteos fueron acompañados de voces extrañas que entraron al lugar exclamando por la sorpresa.

Murmullos de mujeres y hombres que no eran capaces de entrar a escena enfrentando a Yunho. Todo eso llegó a mis oídos manoseándome la conciencia.

-“Yunho…”- esa era la voz de Cho Won Bae que denotó azoramiento. El ni siquiera contestó. Escuché pasos acercarse con pesadumbres hacia mi cuerpo levantando la mirada templada y encontrándome a mi chico de ensueño. Sonrió forzado a pesar de tener una mano ensangrentada y las lagrimas seguían cayendo de mis pupilas dilatadas.

-“No llores.”- me besó en la frente. Solo eso fue necesario para aligerar un poquito la carga.-“Volvamos a casa.”- me cargó en sus brazos para que escondiera mi rostro en su cuello aspirando el fresco aroma a lavanda que me difuminó los espectros atormentadores. El no quería que viera lo que había allí afuera. Antes de salir escuché como le daba indicaciones a Cho para que se encargara de los sujetos. No podía creer que estuviera tranquilo y fresco como un árbol de sakura pero al mismo tiempo furioso como un perro callejero que necesitaba despellejar a algún gato vagabundo.

Deseé ser ese gato.

El estupor creciente menguó ante las palabras que llegaron a mis oídos sintiéndome al mismo tiempo culpable. Era como si la vida se empeñara en demostrarme que estando a su lado le dañaba. Preguntándome si era una espada que terminaría cortando a su propio dueño.

En el camino de regreso no pude susurrar ninguna palabra que cambiara la estipulación de los sonares capciosos de mi corazón latente. Le veía manejando con pesadumbres silenciosa conteniendo en sus adentros el dolor de su lastimada mano que sangraba preponderante. Sentí pánico de verle, era como si de un momento a otro empezara a culparme de los males que acechaban nuestro alrededor. No podía culparlo, simplemente yo era una manzana de la discordia.

Quería seguir llorando en silencio.

La carretera me pareció más sombría que en un principio admirando fugazmente a la lejanía las aglomeraciones de árboles empinados que se veían por doquier, ellos parecían recitar poesía a los viajeros por la noche burlesca como el Dios Momo, y ni la luna los quería, pero de igual manera lograron transmitirme denotaciones efervescentes. Yo era tan malo como el viento que los golpeaba amenazando con romperlos. Temí quebrar la esencia de mi hombre, él era un Pegaso y yo la lanza aspirante a cortarle las alas.

Una angustia lejana volvió a reclamar sus derechos.

Así fue como unas pequeñas gotas vírgenes como las azucenas asomaron por el umbral de mis ojos húmedos queriendo gestar en angustia la atosigada de mi infame corazón estigmado con dolor y pasión. Volteé el rostro más hacia la ventanilla evitando que pudiera observarme en dicho estado repulsivo, aunque tratara de enseñarme día a día a ser un poco más fuerte, yo no estaba capacitado aún para pretender omitir la naturaleza que siempre me atormentó. Me pregunté si sería una vulgar espada sin filo porque tampoco contaba con las agallas suficientes de decirle que estaba perdiendo su tiempo conmigo, que me volvía insuficiente sin él. Yunho era mi marca personal de tranquilizantes, si no le mantenía a mi lado era capaz de cometer una locura.

Mis sentimientos eran una serpiente de amor revocada con la vergüenza de necesitarle. No era bueno para Yunho pero disfrutaría de nuestro amor hasta el día en que él cayera en cuenta de eso. Hasta dicho momento yo sería feliz.

El vehículo se desvió del camino entrando por otro sitio urbanizado, de inmediato luego de haber buscando por largo tiempo nos detuvimos frente a un hermoso hotel de viajeros. Rustico pero lujoso. La pesadumbres se estrelló contra mí al momento en que ambos bajamos del automóvil dirigiéndonos a la entrada, no me había dado cuenta pero su mano no paraba de sangrar. Entré en pánico tratando de tocarle la piel para examinar la gravedad, se apartó sin mirarme siquiera y sentí que el mundo se derrumbaba a mi alrededor cruelmente. El estaba furioso, yo era el principal culpable de todo.

Nos recibieron dos mujeres en recepción que se asustaron al ver sangre goteando de su mano, nos atendieron rápidamente. Yunho solo necesitó mostrar su tarjeta acotando nuestra situación en breves palabras, que nos quedaríamos hasta el día siguiente ya que habíamos tenido un accidente en el pueblo vecino y que lo único que necesitaba era una caja de primeros auxilios y ropa nueva para ambos.

Le seguí como un gato mojado sin tener el valor de enfrentarlo, mi lindo chico que era una fuente terrenal de vida y hermosura ahora estaba ensombrecido acaparando los malestares, fulminando la escasa atmósfera de temperamento hasta hacerla trizas como una luz divina en las tinieblas. Llegamos al cuarto sin pronunciar palabra alguna, esperando porque trajeran lo pedido y evitándonos mutuamente. Nunca había sucedido, desde nuestro primer encuentro Yunho jamás me había ignorado con tanta frivolidad.

Añoré desaparecer.

Sus pasos le dirigieron al baño escuchando el seco caer de las ropas por el suelo, la ducha comenzó a largar potentes chorros de agua anestesiando al silencio vencedor de mis pesares y desilusiones. Quise entrar y llorar para que se dignara a mirarme. Tenía muchas ganas de hacer berrinches estúpidos que le cambiaran el esquema o le hicieran sentir mal aunque no tuviera ningún derecho. Me convertí en un ser terriblemente egoísta pero todo se lo debía a él. Eran las consecuencias de amarme tanto. De que calmara la tristeza de mi corazón con sus besos perfumados.

Sufrí del otro lado dubitativo sobre si debía entrar o no. Si llorar o pedir perdón. Si arrodillarme o insultarlo. Sobre amenazarlo o mimarlo. Todas eran constantes de un árbol de fe en tiempos remotos que se arrugaban por la escasa sensatez de mi memoria sintética que no encontraba el camino a la situación. Empujé con suavidad la madera fría hasta verle sentado en la ducha con las gotas cristalinas de agua cayéndole en la espalda, la vista fija en un punto, la respiración entrecortada, los ojos inyectados en sangre, la piel pálida como una sombra de abandono, la palma abierta y tiritante con la marca de sangre escurriendo sin animación. Me sentí fatal.

El estaba tratando de domar a la bestia enfurecida para protegerme y para mí lo único importante era que me prestara atención. Un egoísta buscando asilo en su pecho calido y palpitante.

Permanecí en el marco de la puerta unos breves segundos debatiéndome entre enfrentarlo o dejarle espacio, habiendo Díaz en los cuales imaginaba que alejándome le daría algo de alivio. Mas allá de todo necesitaba escucharlo de sus labios, que fuera su boca la que me diera razones para alejarme con mis brazos miedosos, con la pregunta infinita en mi cabeza. ¿La vida de Yunho sería la misma sin mis besos estallando en la alcoba? Era una constante que a veces me atormentaba en las noches con sigilo. Cuántas preguntas refulgentes que necesitaban respuestas, el vació de mi pecho propagándose como las ramas de los quebrachos colorados en primavera.

De repente un coraje tremendo me iluminó haciéndome deshacer de las zapatillas con un sonido redoblado para empezar a quitar la chaqueta dejándola vagamente caer por mis brazos, los dedos tembloroso quisieron levantar la prenda que me cubría la parte superior pero su voz apesadumbrada me cohibió los sentidos.

-“No lo hagas… No te acerques.”- el fuerte rintintín de las palabras escupidas hicieron zumbar mis oídos, mordí mi labio casi haciéndole sangrar, conteniendo la humedad de mis ojos. Me estaba lastimando y no me gustaba para nada. El nunca era así conmigo, haciendo que mi inmensa tristeza llorara.

Enterrándome en el fondo de un lodazal.

Gimoteé para mis adentros sentándome al borde de la puerta con la espalda chocando el marco, negándome a renunciar tan fácilmente como para salir corriendo de buenas a primera. Yunho debía entender que por ninguna circunstancia me alejaría, necesitaba saber lo que albergaba su corazón en esos momentos pidiendo la fuerza suficiente al cielo para calmar al salvajismo codicioso de su interior. Allí permanecí inmóvil con las piernas flexionadas en mi pecho y los brazos alrededor de ellas. Mi postura podía llegar a confundirse con la de un impío ángel caído.

-“No se que hacer.”- el silencio se apagó. El ruido del agua chocar contra su piel opacándose por la voz llena de amargura y desazón.-“Iba a matarlos, quería matarlos. Las mentiras gratuitas te lastiman demasiado, arrugan esa frágil inocencia que llevas acuesta. A veces me pregunto por qué a ti. ¿Por ser hermoso? ¿Por ser gentil? ¿Por ser un buen chico estudioso? ¿Por mantenerte alejado de cosas malas? Me doy cuenta que cuando más humanos somos, más animales nos volvemos. Ansié asesinarlos como animales y me siento vació por no haberlos destruido con mis propias manos hasta ver su sangre escurrir por mis dedos descuidados.”- No podía contestarle todo aquello ya que también me fastidiaba sin obtener respuesta algunas a los cuestionamientos que me rondaban. Sería fácil solo decir que porque éramos humanos y cometíamos errores siendo tan malvados como la oscuridad del siniestro.

Era duro oírle hablar de ese modo lastimero representándose frente a mí una versión no conocida de Yunho que luchaba contra miles de sensaciones deprimentes que en ese momento amenazaban con llevarse un pedacito de su cándida alma. El era tan bueno, tan gentil que me estremecía, sufriendo también por mis dolores que él no lograba espantar con sus brazos. Cayendo en cuenta de que no podría protegerme de todo. Entonces sentí una suave brisa imaginaria acompasarme los claustros sin alterarme demasiado la moral, la vida me volvía a mostrar que ese joven atropellado por el agua que luchaba por contener la humedad de sus ojos frustrados estaba dispuesto a cometer crímenes para defenderme. A arriesgar su propia vida para defenderme. A renunciar a derechos cotidianos para defenderme.

Sonreí en mis adentros. El estaba casi tan enfermizamente enamorado como yo.

-“Ojalá nunca hubieras escuchado esa conversación, no tenía deseos de que asistieras a ninguna clase de fiesta o reunión donde tus ojos pudieran encontrar a alguien que llamara tu atención.”- mis ojos no se apartaban de su figura abrumada hablando con los azulejos. Era como si no tuviese la fuerza para mirarme directamente. Yo en cambio empezaba a asustarme de su soliloquio, era terrorífica la manera en que nuestros corazones y pensamientos estaban conectados en una armonía perfecta.-“Pero ahí vas rompiendo mi paciencia sin seguir mis suplicas. Al verte salir por esa puerta vestido como un ángel mi pecho no pudo soportarlo, estaba furioso. Tuve ganas de secuestrarte para llevarte lejos y que nadie pudiera verte, besándote hasta dejarte sin aliento y acariciando tu piel hasta que se desmembrara de los tejidos. Me estoy volviendo loco por tu causa. Ya no puedo controlarme como antes.”- mis ganas de acunarlo como a un bebé se incrementaban. Yunho le estaba dando alas a mi ilusión sin saberlo.

Otra puerta más que se abría siendo conciente de que verle sufrir de ese modo también me hacía feliz. Debía pararme y gritarle que nunca volvería a hacerlo, que me quedaría encerrado en una jaula por el resto de mi vida sin tener contacto con ningún otro ser del mundo. Que abandonaría mi casa, a mi Padre y mis creencias si él así lo quería. Que con solamente su amor yo podría alimentarme y aligerar la pesadumbres de sus malestares. Todo, yo era capaz de hacer todo lo que me pidiera. Ambos disfrutábamos de las alegrías y dolores del otro.

¿Qué ilógico no? Pero me encantaba.

-“Sabes… Cuando era niño Madre y Padre se peleaban continuamente por culpa mía. Nunca di importancia.”- Solo el ensordecedor clap clap de la ducha siguiendo su curso, tratando de vociferar un poco para que pudiera escucharme con atención. Nunca le mostraba abiertamente mis pensamientos si no me preguntaba, era una buena ocasión para regalarle algo de lo que tanto ansiaba, mi inerte inestabilidad mental que le encantaba examinar.-“Siempre supe que ellos no se querían de verdad criándome con el fuerte pensamiento de que el amor no existía, solo la conveniencia. Pero amaba a mi Madre. Ella era hermosa, exitosa, le gustaba a todo el mundo. Me hacia sentir bien el creer que algún día podía ser como ella, aunque había una diferencia estratosferita. Yo no poseía personalidad. Era una especie de homúnculo bajo su sombra buscando aprobación o algún gesto de su parte. Ella un día desapareció dejándome más enterrado.”- El pasado volviendo a mi memoria. Sentí como los nervios se volvían a poner inestables.

¿O era mi alma que seguía llorando en silencio a pesar de los años?

-“La psicóloga le dijo que mi estado había empeorado, pero yo no era raro porque ella se fue, sino porque simplemente no encontraba nada por lo cual luchar. Siempre soportando que la gente mirara de un extraño modo o hablando a mis espaldas sin siquiera conocerme. No teniendo amigos o conocidos con los cuales interactuar, simplemente no me gustaban las personas. Pero ahora estas tú y pienso que ya nada me falta. Cada vez que me miras pierdo la compostura, cuando me tocas pierdo la compostura, cuando te enfadas pierdo la compostura, cuando sonríes pierdo la compostura. Tú me haces perder la compostura Yunho.”- levanté mi cuerpo entumecido caminando despacio hacia él, pudiendo verle temblar a la poca distancia, pareciéndome bonito también. Se encontraba quebrado como un dulce cachorrito empapado por la lluvia. No trató de alejarme así que llegando a su lado me escabullí bajo la ducha mojándome inmaculadamente a medida que me sentaba sobre su regazo y tomaba su rostro oscurecido entre mis manos.-“Me gusta que no puedas controlarte demostrando que posees debilidades.”- parecía que lo peor había pasado cuando sus manos sigilosas se enrollaron en mi espalda por sobre la playera mojada, la tenue inconsistencia de rencor y violencia de su mirada se esfumaba como un chivo expiatorio.

Su respiración entrecortada golpeando con mis labios cuando mi frente chocó con la suya y una especulación de distintos placeres me llenó cuando su dulce aliento de menta y nardo se pegó a mi olfato.

-“A pesar de todo lo que dijeron tu me detuviste. Yo estoy aún mas furioso por eso.”- apretujó mi cintura. Sentí que la curvatura en la zona se moldeaba a sus fuertes manos pero no me inmuté, sus palabras eran mordaces pero mi vista seguía embelesada con su perfecto cuerpo desnudo siendo recorrido por el agua en lugar de mis dedos. Me estremecía a cada instante viéndome envuelto en esa escena sugestivamente tentadora. Deseé aprovecharme de su estado de debilidad adyacente.-“Sigues siendo enormemente bondadoso y me incomoda.”- era como si la verdad nos estuviera ahogando a ambos.

-“No imagino una realidad en donde tus manos puedan mancharse con la sangre de esos sujetos sin valor, prefiriendo mil veces que juzgues mi amor a dejar ganar a mi egoísmo desubicado.”- con cautela traté suavemente de tocar sus rojos labios con mis dientes sin asustarlo, parecía que en cualquier momento se rompería en mil pedazos bajo mis caricias y fue un sentimiento que supo a ofrenda de vida maravillosa. Contorneé su piel con mis dientes posando luego mis besos por sobre de los confines de su rostro varonil atenuado, tragando de vez en vez el agua que escurría por los poros. Mi lengua introvertida delineó sus pómulos hasta deslizarse por la curvatura de su cuello inmaculado.

Temblaba del puro placer, pareciendo un hemiono hercúleo.

De pronto ya nada me parecía correcto influyendo en su estado abatido con mi brutal deseo animal. Ya hace mucho le había dado todo de mí, necesitando ahora que me entregara sólo una cosa, su furia. Mis deseos por sentirle desmantelando mi cuerpo en partes irreales aumentaban conforme otra pequeña gota nos bañaba la carne, dejaría que desquitara toda la ira con mi piel de tulipán.

O talvez compararme con un árbol de Ceiba con axiales hojas cúbicas más rojas que la sangre que suplicaba ser arrancado desde la raíz. Me permití fijamente el fantasear con ello.

Yunho era un hombre caballeroso, loable, erudito, galante, viril, afectuoso, amable, gentil, apasionado, respetuoso, confiable y sobre todo amoroso. En el año de pareja que llevábamos se encargó de mostrarme cada una de sus facetas, le conocía incluso más que su madre. Yo estaba seguro que si le diera de elegir entre ella y yo, me elegiría sin sudarlo. En mi caso Padre corría la misma suerte que la señora Jung, a mis ojos Yunho era el Mesías que llegó desde la tierra sagrada para fortalecer mi porvenir de velo misterioso como una ciencia inexplicable. Estaba fuera de lugar pensarlo pero debía admitir que me ilusionaba con sentirle colérico conmigo. Que me mirara con ojos enardecidos y amenazara con quemarme en su fuego renaciente. Quería, deseaba, anhelaba que aunque solo fuera por una vez, no me tratara como una reliquia invaluable. El Kim Jaejoong de ahora también necesitaba sentir la agresividad de un verdadero hombre en todo el sentido de la palabra.

Me relamí los labios aún sobre los suyos.

-“No, hoy no…”- me apartó tratando de no ser descortés, sabía lo que cruzaba por su mente en esos momentos, tenía miedo de lastimarme en el estado violento en el cual se encontraba. Hizo que me parara para darle lugar a su huída, viendo como se incorporaba hasta agarrar unas toallas y salir del cuarto de baño, me quedé solitario unos cuantos minutos soportando la lluvia sobre mi cabello que bajaba por la ropa pegada a mi figura hasta fundirse con el charco bajo mis pies. Quise llorar y gritar pero me sentí sin derecho, la única alternativa que albergaba mi cerebro era el de enfrentarlo y convencerlo. El necesitaba liberar de alguna manera el enojo. Yo iba a ofrecerme gustoso a hacerle el favor.

Caminé casi arrastrando mis piernas apesadumbradas que recorrían la alfombra estampada de la suite dejando el trayecto empapado con el agua que escurría de mis ropas. El se encontraba mirando hacia el cielo tras la ventana con una toalla rodeándole la cintura y una pequeña venda sobre la herida. ¡Patrañas! ¡Era un asesino! Teniéndole así frente a mí la idea de sexo rudo no salía de mi cabeza. Idolatraba su cuerpo como un poeta idolatraba al amor y también cabía la posibilidad de que la prosa de un poeta fuera nada en comparación con mi amor por Yunho.

Choqué sus talones con la punta de los dedos de mis pies para luego apoyar mi frente sobre su espalda cálida, suspirando sobre su piel sintiendo como la fuerza de mis brazos flácidos colgando a mis costados se perdían sin siquiera poder rodearle. Todo mi valor se esfumaba de a momentos. Mi corazón inestablemente incomprensible, el ánimo me daba vuelta como se daban vuelta los panqueques.

-“Sobre la cama tienes ropa, cámbiate o te resfriarás.”- Le sentí un tono distante, como si estuviera tratando de alejar mi imagen de su cabeza, luchando con el deseo de tomarme, lastimarme, abrazarme y sofocarme con su calor febril, ese mismo que quemaba los átomos alrededor de mi cuerpo.

-“Siempre dijiste que harías lo que pidiera, que bajarías el cielo para poder volar juntos en el, rompiendo a todas las personas que quisieran herirme, eligiéndome sobre cualquier cosa en este mundo. Pero ahora, cuando crees que no podrás controlarte, optas por alejarme a pesar de mis suplicas.”- dio la cara y pude ver acomplejamiento garabateado en sus ojos de león haciéndome sentir una gacela acobardada, él podía lastimarme mucho con la ira recorriéndole el torrente sanguíneo, y no importaba, quería que juntos nos lastimáramos. El arañando mi cuerpo, y yo arañando su orgullo tiritante.-“Muéstrame que tan lejos puedes llegar por mi causa, desvísteme, tócame, bésame, lastímame…”- Mis palmas abiertas caminando por su torso desnudo dejando un vestigio de deseo infinito, palpando esa carne acalorada que aún entre temblores necesitaba liberarse del deseo.

Toqué parsimoniosamente las protuberancias sensibles de su pecho para comenzar a acercar mi boca a ellas y poder saciar la resequedad con el dulce sabor de su morena piel entumecida. Un pequeño gemido se perdió en su garganta notando como el pecho subía y bajaba acelerado, levantando la vista hasta admirar sus avellanados ojos hermosos que se clavaban en mi. La resequedad en mi garganta desapareció.

-“Ya no puedes con esto Yunho, comparte un poco de lo que estás sintiendo.”- cerré los ojos temblando.-“ Ámame también entre el manoseo y la violencia.”- sin tiempo, sin palabras, sin sonrisas me vi de pronto acorralado contra una de las paredes dentro de su boca, con esa agresiva lengua desmantelando la mía casi como una fiera descontrolada que necesitaba saciarse de la sangre que sentí de inmediato apoderarse de mi cavidad, un gusto elocuentemente sin sentido como un metal que se derretía dentro, la acidez extravagante que bajaba por mi garganta y escurría dentro de su boca. Me estaba destrozando los labios, me encanté con la sensación en mi vientre desnaturalizado.

Nos separamos solo un poco para poder respirar mientras él se encargaba de quitar la tela mojada con una rapidez extrema sin apartar sus ojos que me tenían hipnotizado, había tiempo para salir corriendo aunque el arrepentimiento estaba muy lejos de acobardarme, eso mismo era lo que estaba esperando hace muchísimo tiempo.

¿Qué se sentiría ser lastimado por Yunho? Lo comprobaría pronto.

Sus rudas manos tocando pecaminosamente la piel de mi pecho, apretándolo con fuerza hasta dejarlo completamente al rojo vivo cuando la tela mojada y pesada salió de mi cuerpo al levantar mis brazos ayudándolo a que me desvistiera para poder estudiar los secretos de mi carne. La que yo le permitía estrujar a su antojo.

Quise rodear los brazos en su cuello para atraerlo a rozarme la piel con su vientre agitado pero me detuvo infrenable estrellándome la espalda contra el frío material de la pared que me defenestró la sensibilidad, sufriendo disparatado liberando pequeños gemidos lastimeros que escapaban de mi boca herida. Más dolió la punzada en mi parte baja que me mantenía aturdido, sintiendo mi pene tieso bajo los pantalones pegados por la humedad que se desesperaba por liberar fluidos pegajosos. Si Yunho se atrevía a lamerme me correría como una puta. Me agité de improvisto al pensarlo.

Me dejé llevar por sus manos que temblaban al tocarme miedosas, pareciendo como si tratara de controlar su fuerza de a momentos haciéndosele imposible, varias marcas rojizas se mostraron en mi piel de leche acrecentándome el orgullo y haciéndome casi desfallecer de la emoción. Ardía terriblemente sentirle arañar mi espalda con violencia y tironearme los cabellos hasta acercarse a mi boca con su lengua inquieta y penetrarme sin delicadeza, hundiéndose en mis confines sagrados para atentar contra la cualidad de mi espíritu entregado a su fuego fabuloso. La orquídea de nuestra locura estaba lentamente sembrando las espinas que más tarde nos cohibirían el romance, pareciendo bonito que así sucedieran las cosas. Esto embellecía aún más nuestra historia de amor.

No éramos como Romeo y Julieta, ni nos parecíamos a cualquier pareja del mundo exterior. Nosotros logramos formar algo diferentes, una relación sin culpables ni soluciones, sin rencores ni amabilidades, solo esperando que el otro pudiera fundirse a nuestro corazón en una danza extraña, no importando si ese amor enfermizo e incondicional nos llevaría por el buen camino. Desde el principio me había entregado a él sin misterios optando por seguirle a donde quisiera ir, no me molestaría caminar por las brasas del infierno tomado de su mano. Es más, me atraía infinitamente la idea.

En mí era como un instinto natural de supervivencia.

Un fuerte empujón de su pelvis chocando contra mi cuerpo me quitó cualquier pensamiento y me dediqué a examinar su rostro irresistible chorreando en desesperación al momento en que unas cuantas gotas de transpiración dejaban pequeñas huellas al caer por los costados de sus sienes, sus ojos permanecían cerrados y su respiración entrecortada y ligera se estrellaba en mi rostro dejándome casi al borde de un desmayo, su cuerpo chocando con en mío, provocando una fuerte fricción que estremecía cada rincón de mi atolondrado cuerpo que se derretía inconciente entre el sonido de sus embestidas y gemidos del puro placer. Decidí también cerrar mis ojos para entregarme por completo a las sensaciones descomunales, acercando mis temblorosos labios a su piel caliente que enardecía las fibras sensibles de nuestras anatomías, quemándome tan hondo que sentí la sensación terrible de que toda mi piel se llenaría de ampollas dolorosas. También sudaba a chorros, el aire casi no llegaba a mis pulmones.

Mordí la piel de su cuello pasando la lengua por toda la longitud, dibujando un camino de saliva hasta sus mejillas y volver hasta sus labios rasguñándolos con mis dientes antes de que su lengua de nueva cuenta se adentrara en mi boca peleando por tomar el control, haciendo que nuestras salivas produjeran sonidos sucios y pervertidos como los que se escuchaban en las películas condicionadas, solo que éstos eran únicamente originados por el brutal deseo que sentíamos por el otro, fruto de la revelación interna de nuestros amor, confuso e inexplicable.

Me besaba con rudeza por segundos para luego alejarse y dar lamidas a mi rostro dejando humedad impregnada en mis cavidades, volviendo a enredar su lengua con la mía hasta morderme de nueva cuenta y obtener algo de mi sangre, impresionante, me ponía demasiado cachondo con solo el sonido de sus manos restregarse contra mi piel y estrujarla como esponja. ¡Ah! ¡Más, más fuerte! Necesitaba que me golpeara con su pene grueso y duro cuanto antes. Estaba babeando más de lo normal.

Convirtiéndome en un depravado por su culpa.

Sentí como con agresividad empezó a intentar deshacerse de mis pantalones tocándome las nalgas sin delicadeza, estrujándolas sobre las ropas provocando un dolor que nunca había sentido, me di cuenta de que el perdió la razón por completo. Me desesperé tratando de besarle pero no lo permitió, chupó la piel de mi cuello enfurecido originando un ardor insoportable mientras a tirones me quitaba el pantalón dejando mis piernas temblorosas desprotegidas. Una ráfaga de viento inexistente me azotó, acrecentando los deseos porque continuara, necesitando que me hiciera sufrir con lentitud. Una sonrisa se dibujó en mis labios y pasé la lengua por ellos humedeciéndolos con lascivia.

Su boca entreabierta a escasos milímetros de mi oído respirando en él y acrecentando las cosquillas en mi estomago revuelto por el goce, sus manos manoseando mi trasero sintiendo como la venda fregándose por la piel de mis nalgas ocasionaba una leve incomodidad. Mi erección chocando contra su parte baja y tocando su duro miembro debajo de la toalla enredada en su cintura, parecía que iba a explotar en cualquier momento. Me encontraba demasiado mojado, todos los fluidos chorreaban por la punta al fregarse contra su entrepierna. Yunho permanecía igual o mas excitado aguantando las ganas de golpear mi culo con su carne palpitante y llenarme con su semen delicioso. ¡Oh Oh Oh! Mis ganas de chuparlo eran infinitas.

-“Se que voy a arrepentirme de esto más tarde.”- le escuché decir por lo bajo antes de darme la vuelta y arrinconarme de frente a la pared, haciendo que un lado de mi cara chocara contra ella. Me asusté por la rapidez pero al escuchar un pedazo de tela colisionar en un ruido sordo contra el piso me di cuenta de que era tarde, al segundo luego un trozo duro de carne se entrometió en el orificio de mi trasero penetrándome con violencia de una sola vez.

Mi mundo de pronto dio un vuelco y me pareció estar viendo estrellas.

La sorpresa se atasco en mi garganta que no podía liberar silaba, con un fuego doloroso comiéndose mis entrañas lentamente, tuve la sensación de que llegó tan profundo que su pene saldría despedido por mi boca. Dolía, dolía horrores pero tenía presente que eso no era nada en comparación con el sufrimiento que experimentaría. Mis ojos se cerraron con fuerza conteniendo el caudal de lágrimas que necesitaba escapar por ellos, me destrozó. Ahora entendía el por qué del centenar de cuidados que creaba al hacerme el amor, preparándome con una ternura infinita y dedicar todo el tiempo del mundo en acariciarme, a veces casi al borde de fastidiarme, dejando en claro que su mente jamás se opacaría por la lujuria, retándome como a un bebé cuando mi deseo se interponía ante su dócil cuidado instándole a aligerar las cosas.

Ahora comprendía muchas de las acciones de mi hermoso amante. Comencé a sentirme fatal por orillarle a cometer locuras con mi cuerpo, al que él consideraba el mayor regalo del cielo. Los gritos de suplicas quisieron salir de mi boca pero mordí mi muñeca acallando los alaridos de dolor y placer colisionando.

La mente se tornó blanca en un momento imaginado con lentitud su penetración, fue real y fantástico sentir cada pequeña vena de su erección empujando la rugosidad de mi cavidad anal que se abrió como una flor y ardía como los mil demonios, era diferente a lo normal no sabiendo por qué, supuse que por el hecho de estar lastimándome sin detenerse. Unos calambrazos de placer me golpearon de improvisto cuando sin esperarme siquiera empezó a moverse eufórico dentro y fuera con rudos choques producidos por la pasión que desde ese momento permanecerían dormidos en el fondo de mi memoria y me harían eyacular con solo un pensamiento.

-“A-ahh, ah, ngh, ¡A-ah!”- nunca le oí berrear de esa manera especial, extasiado a más no poder disfrutando de mi culo adolorido. Me conformé solo con eso, esperando con que me golpeara mas fuerte hasta escucharle deshacerse en gemidos por mi causa. Los calambrazos de sus embestidas agresivas me dejaban un gusto dulce en la boca.-“mhh, ah, Jae… Jae, ahh.”- volteé el rostro sacando mi lengua caliente para que se dignara a besarme, muriendo por sentirle recorriendo mi humedad hasta sesearme con su saliva y me encantó el que tirara con fuerza de mis cabellos para juntar ambas bocas en un contacto necesitado.

Nos enredamos en una disputa intimidante olvidándome un poco del dolor y experimentando lo satisfecho que me dejaba al penetrarme de esa forma descomunal al extremo de que el ardor en mis mejillas comenzara a propagarse por todo mi cuerpo, mientras sus manos tomaban mi pene erguido agitándolo sin vacilación. Grité, berreé y gimoteé dentro de su boca colapsando de inmediato, el placer me nublaba completamente cada uno de mis sentidos y era demasiado tarde para que mis piernas siguieran aguantando el peso de mi cuerpo.

Pensé que caería al piso sin embargo su pelvis seguía penetrándome sin recaudos, todos los músculos de su torso se contornearon a mi espalda sosteniéndome, evitando que perdiera la posición, dedicándose especialmente a acariciar mi sexo brutalmente, subiendo y bajando la piel rojiza por la fricción y apretando la base. Mi respiración falló pensando que moriría en esa burbuja de placer a la cual Yunho me había transportado. Una, dos, tres embestidas profundas tocando la próstata y haciéndome saltar de excitación, corriéndome con un alarido desesperado que refuciló en la habitación colmada con nuestros gemidos, un chorro de la semitransparente sustancia manchando la pared, cayendo solo unas gotitas escurridizas en el piso y con su mano moviéndose en mi pene haciendo que todo mi cuerpo se retorciera y liberara hasta el ultimo desecho de placer. No pensando en nada más que no fuera su grueso miembro golpeándome el trasero y su tibia palma manchada con mi semilla.

¡Si, más por favor! ¡Más duro! ¡ Más!

Abrí la boca sacando la lengua deseosa, acercándome a la suya. Metió su pene hasta el fondo comenzando a subir las manos por mi pecho dejando un rastro de esperma por mi vientre, tuve urgencia por penetrar en su boca hambriento liberando los gritos atosigados en la garganta que morían por escapar. Pellizcó mi labios para adentrarse en mi boca y llegar hasta el fondo lamiendo y chupando, alejándose solo un poco hasta tomar aire y volver a sumergirse bebiendo de mi saliva, la carne de mis labios estaba mucho más roja que antes, sintiendo que volvía a sangrar levemente.

Salió de mi interior con brusquedad girándome para que le mirara, mis ojos se encontraron con los suyos y un espejismo de mil momentos apareció frente a mí, verle todo sudado, desnudo, con los labios rojos pidiendo por mi boca, con pequeñas gotas rodeando sus músculos cayendo solitarias para fundirse con su piel morena, los cabellos revueltos, la respiración agitada, con los ojos perdidos en los míos cohibiéndome como un paisaje que se dilataba ante mi aturdimiento y se perdía entre la bruma de los horizontes. Volvimos a besarnos prisioneros de nuestras bajas pasiones comiéndonos literalmente la carne mojada, penetrándonos con intensidad. Abríamos los labios respirando en la boca ajena tratando de aglomerar todas las sensaciones en esa sola caricia. Con la fuerza de un titán levantó mis piernas para que las enredara en su cintura, conteniéndome contra la pared y haciendo que la distancia entre nuestras pieles fuera nula. Gemí ante la sorpresa sosteniéndome por sus hombros, arañándolos cuando sus manos intrusas separaron mis nalgas descaradamente y la punta de su miembro tocó mi intimidad. Temblé, gemí, balbuceé y me estremecí por completo cuando comenzó a penetrarme de nuevo, esta vez lentamente abriéndose paso entre mi carne lastimada.

Enrollé aún más mis piernas en su cintura tocando la suave piel de sus glúteos con mis talones, haciendo una inconsistente presión que nos dejó sin aliento. Mis uñas algo crecidas enterrándose en sus hombros creando marcas que durarían varios días, él se asfixiaba de tanto placer cerrando sus ojos mordiéndose los labios con violencia, mi culo debía de ser genial porque Yunho amaba enterrarse en el. ¡Ahh! Su pene me gustaba tanto que quería tragármelo entero y saborear sus fluidos con gula.

¡Si! ¡Un poco más! ¡Quiero más!

Y allí me encontraba colgado de su cuerpo con esa dureza deliciosa golpeando mi agujero una y otra vez más profundo, llegando hasta las entrañas como un animal en celo, no calculando la fuerza de sus embestidas partiéndome en dos y mi cuerpo acalambrado desde las puntas de mis dedos hasta la de mis pies, suponiendo que mis pobres nalgas bonitas estarían desfiguradas con un rojo color rodeándolas. El no estaba perdido de todo, de a momentos las acariciaba con devoción haciendo que mi corazón dejara de latir a cada nuevo minuto del tiempo. Disfrutando de ese Yunho bestialmente apasionado y violento me sentí profundamente conmovido por la piedad de alguna de sus caricias.

Instaló su perfecto rostro sudado en el hueco que nacía desde mi mentón con presión, sacando la lengua calientemente húmeda para lamerme completamente haciendo que me deshiciera en sonidos pecaminosos que alimentaban su libido alterado, sudando mares y repitiendo una y otra vez mi nombre sexualmente, ayudando a la dureza de mi pene que estaba erguido nuevamente flotándose contra su vientre. Sólo atiné a pegar mi cabeza contra la pared con los ojos sellados evitando que las lagrimes de tanto dolor y goce mezclados le asustaran.

Aunque llegaría a apostar que ni mis lagrimas le impedirían continuar. Me encontraba más feliz por ello.

Volvió a acercar su boca a la mía en un leve roce provocando que los labios me temblaran de pura emoción, dando un largo lametón a toda mi cara sacando la lengua desquiciada y obligándome a sacar la mía para enredarlas encontrándonos de pronto con los labios abiertos sin tocarse y con ambas lenguas enredadas como dos enfermos pervertidos. Sucio, húmedo, tentador, excitante. Sólo dos cosas quemándome la mente, el chapoteo mojado que producían nuestras bocas y el seco sonido de su pelvis estrellarse contra mis nalgas. ¡Ohh ¡Por favor no te detengas! Deslicé mis manos hasta llegar a sus omóplatos apretándolos, sintiendo las gotas de sudor haciéndome resbalar. Comenzó a aligerar los golpes de su miembrode una manera descomunal mordiéndome el hombro para evitar gritar de la desesperación, se correría, empecé a inquietarme. ¡No, no, no! Lo quiero en mi boca, deseo chuparla hasta sentir su semen hervido descender por mi garganta sedienta de humedad.

-“N-ngh, ah, ah, hum… Yunho, espera. ¡Hum!.”- el ardor se propagó por toda la carne cada vez con mas fuerza, jamás en mi vida sentí tanto dolor como el que me estaba provocando ese moreno ardiente, pero no di importancia, yo mismo le había orillado a eso.-“En mi boca, córrete en mi boca mi amor.”- me sonrojé al repetir eso en la nebulosa de placer, viéndole volverse a mis ojos mirándome como una furia desalmada sin dejar de restregar todo su cuerpo por el mío, creando un hueco más grande en mi cuerpo. Ignoró mis súplicas siguiendo con el ritmo hasta crear una fantástica ronda de visiones quiméricas en mi mente antes de volver a acercarse a mi boca y besarme como me gustaba, de manera profunda y húmeda, entrando y saliendo hasta llegar a la garganta de improvisto, orillándome a gemir sin poder alinear las emociones racionalmente perdiéndome entre su calor y creando un vértigo que nublo mis ojos.

El vértigo más exquisito de toda mi vida.

Me perdí finalmente en las diáfanas gasas de oro que flotaban en la imaginación volviéndoseme un millón de recuerdos hermosos a su lado, preguntando una vez mas lo que había hecho para merecer a ese tremendo ser que me miraba como si se le fuera la vida en ello. Recordé nuestra primera vez maravillosa tiempo atrás buscando significado extraños a los hechos, no existía una sola vez en la que no me replanteara sus palabras y caricias, suspiros de inexplicable vaguedad. Todo, absolutamente todo había cambiado cuando apareció en mi vida. Ya no me importaba lo que ocurría alrededor, ni Padre o conocer el paradero de Madre, ni siquiera mi carrera que supuestamente me ayudaría a escapar a algún lugar lejano para no tener que lidiar con las personas que tanto aborrecía. Mágicamente las veinticuatro horas del día le tenia revoloteando en mi mente solo a él, buscando maneras de tenerlo más tiempo conmigo, ansiando conseguir el poder suficiente para que me acompañara a una lejanía donde solo yo pudiera mirarle Era prematuro, sin embargo mi meta era construir una realidad perfecta para ambos, donde él tuviera todo el tiempo del mundo para curar la inestabilidad de mi corazón enfermo.

Yo quería una promesa con Yunho, un “Hasta que la muerte nos separe” que tal vez y solo tal vez podría llegar a matarme de felicidad. Y todavía no estaba preparado para admitirlo, mi vergüenza de querer algo no merecido, de atarlo a mi alma de lucha débil y paupérrima como un témpano de hielo, retorciéndome en tropel, desistiendo a arruinarle la vida. Porque eso era lo que estaba haciendo con mi existencia desgraciada, alejándolo de sus creencia y orillándole a liberar malezas que afectaban su reputación. Aunque fuera mentira, a ojos de cualquiera yo seguía siendo un fruto de la perdición, una ráfaga de bajos instintos que acosaban a los hombres al verme.

Muy distinto a todo, si un día Yunho se diera cuenta mi egoísmo, no le dejaría huir porque aunque me costara admitirlo, desde el momento en que pronunció las palabras prohibidas de amor incondicional, para mí fue un hasta que la muerte nos separe.

Grité al sentir su dureza calar en lo más hondo de mi ano partiéndolo todo a su paso, alocándome la sangre al sentir su orgasmo estallar en un chorro abundante y caliente dentro mío, tanto así que pude casi saborear su esperma en mi boca. Babeé fantaseando y relamiendo mis labios a medida que seguía eyaculando en mi interior. No paraba de gemir dentro de mi boca conteniendo la adrenalina de la situación sin siquiera moverse de nuestra posición, yo por mi parte tenía todo el cuerpo en una clase de coma intensivo sostenido por sus fuertes brazos contra la pared, tratando de acompasar la respiración y dejar de temblar como un gato callejero, el dolor me importaba un rábano. Sin compasión salió de mi interior aún sosteniéndome por las nalgas, creí que caería pero no lo permitió decidiendo entonces seguir enredando mis piernas en sus caderas friccionando mi erección contra su piel caliente y sudada, notando como unos hilillos del liquido viscoso escapaban de mi entrada deslizándose por la piel de mi trasero. Yunho acercó sus dedos embardunándolos con su propio semen para luego acercar una mano a mi boca deseosa y abrirse paso con sus dedos entre mis labios, compartiendo su esencia conmigo.

Después de todo seguía siendo tan bueno. Yo amaba locamente cada una de sus acciones.

Estaba totalmente exhausto, quería correrme cuanto antes para adentrarme entre las sabanas junto a su cuerpo, acariciándolo y besándolo tiernamente hasta que nuestros ojos se perdieran en la inconciencia. Definitivamente había sido maravilloso y lo guardaría en mi memoria como un recuerdo erótico que sacaría lo peor de mí en las noches de pasión con mi hombre.

Dejé cortos besos en su boca entreabierta acariciándome la erección contra su estómago, Yunho seguía repartiendo caricias bruscas a mi piel estigmada haciéndome liberar quejidos bajos que se esfumaban en la alcoba. Aún entre sus brazos me tomó por la espalda dirigiéndose hacia la cama sin perder tiempo, tomándome totalmente desprevenido. Quise recriminarle pero caí como un saco muerto sobre la ostentosa cama matrimonial que suavizó mi caída. Mis ojos de borrego le miraron a la corta distancia parado al borde examinando inquisitivamente sus acciones o tratando de adivinar los movimientos próximos, solo obtuve su cuerpo febril sobre el mío balanceándose con rapidez friccionando ambas pieles sudorosas.

Mi estomago dio un vuelco sintiendo cosquillas de mariposas.

Comió mi boca bruscamente metiendo su lengua hasta el fondo, tratando de luchar con la mía que se sentía inferior. Mi cabeza daba vueltas consecutivamente y el placer no me dejaba hilar pensamientos, tanto mi cuerpo como mi mente estaban sumamente cansados pero él parecía enloquecido besándome, chupándome, mordiéndome los labios y rasgándome la piel con sus manos de macho indomable. Me aparté de su boca ladeando el rostro para respirar, dejando que algo de oxigeno alivianara mi cerebro abrumado por la conmoción, sintiendo sus dientes clavarse en mi barbilla besando el contorno y dejando su recorrido de saliva como marca inminente. Mi pecho subía y bajaba tratando de no moverme demasiado a causa del dolor en mi baja espalda, mi trasero ardía como una llama, el fuego de Yunho me estaba consumiendo más rápido de lo usual.

-“Todavía no estoy satisfecho.”- temblé con las palabras escapar de sus labios en un idioma grosero y mezquino con su rostro desfigurado que miraba mi perfecto cuerpo como una presa deliciosa que moría por devorar hasta volverlo un descarnado esqueleto. Me estremecí sudando mares de inquietud que me atormentaron de repente. Ya no me parecía tan liviano el haber liberado a ese animal, estaba seguro que pasaría factura. ¡Mentira! ¡Yo era un vulgar mentiroso que moría por que le cogiera de nuevo!

Humedecí mis propios labios al sentir el orgasmo cerca nuevamente.

-“Yunho… n-no, es… suficiente.”- Mentira, estoy mintiéndote, mi cuerpo suplica que le tomes de nuevo con fuerza hasta hacerlo añicos. Si eres tú no me importaría fallecer en medio del sexo agónico que estábamos llevando a cabo. Obligó a que mi pecho se enterrara en el colchón tan suave como una pluma con mis nalgas a su disposición, tratando de resistirme y fallando, ambos sabíamos que jamás podría con él quedándome solo la opción de frotar mi mejilla a un lado admirando su morena piel gotear arrodillado tras de mí a punto de romperme en pedazos, haciéndome gritar de puro dolor y placer mezclados. Me quedé inmóvil observándole lanzar un escupitajo de saliva en la palma de la mano para dirigirla de inmediato hacia su pene erguido acariciándolo con velocidad, un escalofrió caminó por mi espina dorsal al verle gemir por sus propias caricias. Sus ojos cafés se abrieron centellantes observando mis nalgas moradas y posicionándose entre ellas, temblé cuando su punta toco la piel de mi ano casi haciéndome llorar, me daba vergüenza admitir que me encantaba estar así de lastimado.

Se abrió paso entre mis nalgas sin compasión empezando con los cortos y certeros golpes como látigos mezquinos, apretando mis puños arañando las sabanas como una manera de liberar algo de tensión siendo totalmente en vano ya que su pene parecía destrozarme con fiereza sin importarle nada más. Mis tripas estaban revueltas.

-“!Ahh! D-duele ¡Ohh! ¡Duele Yunho!”.- supliqué al borde de la inconciencia sintiendo que ya no podía soportarlo, mi sexo explotó atorado en las sabanas por la fricción enchastrándose con caliente esperma como residuo de la locura que allí estaba sucediendo, mi mente ni siquiera llegaba a pensar en el orgasmo con el dolor comiéndome la carne de esa manera. Un líquido peligroso llenó mi cavidad aún con su pene dentro de él entrando y saliendo con demencia, sabiendo de inmediato que era sangre como consiguiente de que Yunho me había desgarrado el ano. Quise martirizarme sin conseguirlo, extasiado por la situación ya que todo era intenso como el infinito. Esa puerta extraña que siempre ocultó de mí era la más encantadora, teniendo la necesidad de buscar una manera de domesticar a la bestia ¿O ya lo había hecho? Había mucho tiempo para averiguarlo.-“!Nghh! Detente… ah, ah, ¡hum! ¡Duele!”- su pecho se pegó a mi espalda arqueada siguiendo con las embestidas mientras tirando de mis cabellos húmedos y revueltos exigía que abriera la boca para penetrarme también con su lengua sensual, callando mis súplicas que murieron en mi garganta irritada.

Lamió la saliva que escurrió por las comisuras mordiendo el labio inferior y volviendo a meterse dentro, tocando mis dientes con su lengua y enredarla luego con mía acariciando mi paladar, originando una tensión sexual desequilibrada que me dejó al borde del delirio. Los golpes en mis nalgas produciendo un solidó brutal y él se abalanzaba sobre mí con todo su cuerpo yendo hacia delante y atrás, metiendo y sacando su pene de mi agujero sangrante disfrutando infinitamente de mi dolor. Caí sobre las sabanas sin fuerza alguna para seguir resistiéndome, cerrando los ojos para gemir su nombre una y otra vez implorando para que se detuviera y dejara de desgarrarme el ano. Suplicando que se apartara con palabras y gritos lastimeros pero muriendo dentro porque continuara reventándome de esa manera delictiva.

-“Ah, mmh… Un poco más bebé, si, ahh.”- ¡Oh si! Era su bebé, yo seguía siendo su bebé y él era mi Yunho, mi gentil y amable Yunho que me trataba como a su reliquia de porcelana, al cual yo había obligado a ir contra la corriente de sus convicciones para hacerle caer en el poso de la locura. Repugnante y maligno, me había convertido en una persona asquerosa aunque no importaba si podía tenerle entre mis piernas, estrujándome la carne, acariciando mi alma con una inexplicable vaguedad de ensueño.

Cerré los ojos aguados contemplándole una última vez al girar mi cuello antes de sentir como la inconciencia se apoderaba de mi mente haciéndome caer en un abismo de oscuridad. A lo lejos finalmente sus palabras de amor llegaron a mis oídos alimentándome el espíritu iracundo, dejando de sentir los choques en mi piel y las gotas de sudor descendiendo por mi cuerpo. Allí me desmayé.

Como un arcano, luego de todo lo vivido ese día, sentí a mi espíritu comprender de una manera especial y misteriosa que no éramos normales, cayendo en cuenta que definitivamente nada de eso me importaba en absoluto.

4 de marzo de 2009. Había sido un día especial para todo lo comprendido hasta el momento por mi corazón incomprensible. Sabía que marcaría un antes y un después el entrar a una universidad, era el comienzo de mi escape a esta vida llena de lujos y soledad apaciguando solo un poco las neuronas recelosas de mi cabeza. Como bien escribí en otras cartas, desde que Madre me abandonó recibí todas las materias curriculares en casa durante mucho tiempo, pero ahora, a los diecisiete años transcurridos en vida las cosas debían cambiar, volviendo a asistir a clases junto a personas, si, personas…

El único problema que me separaba de la vida científica eran las personas. Yo las odiaba, y hoy había tenido contacto con muchas que de inmediato miraron con ojos asombrados alborotadamente, escuchando comentarios malintencionados de todas partes y asustándome. Aquello me estaba asustando terriblemente.

No veía la hora de que el día se extinguiera a causa de la mirada escrutadora de un profesor en especial. No era demasiado tonto y noté como se la pasaba observándome a cada segundo sin descartar la ola de palabras halagadoras al presentarme con la clase y destacar mi potencial académico, tampoco olvidó mencionar quien era mi Padre, lo que provocó una conmoción en todo el ambiente áulico. Otra vez, el aspecto hermoso y mi nombre siempre daban que hablar.

Lo que estaba viviendo era totalmente nuevo.

Cuando el estridente sonido del timbre alertó a todos fui uno de los primeros en salir huyendo despavorido, tenía inmensas ganas de conocer el conservatorio situado justo atrás del edificio principal donde se encontraban las especies mas raras y fascinantes del reino vegetal, la universidad era conocida en todo el continente asiático por ser la mejor en dicha ciencia y necesitaba verlas con mis propios ojos ahora que oficialmente era un estudiante. Caminé unos cuantos pasos evitando la mirada de cualquiera que pudiera cohibirme hasta llegar al pasillo donde ya todos partían hacia sus hogares, me detuve justo antes de llegar a las taquillas escondiéndome tras un muro cuando un grupo de personas llamó mi entera atención, mejor dicho, una persona llamó mi atención.

El chico se mantenía recostado sobre las taquillas turquesas con un ejercito de muchachos a su alrededor tratando de acaparar su atención murmurando cosas sin sentido, pero él, diferente a todo lo que hubiera visto hasta el momento ni siquiera los escuchaba retándolos de a momentos y pidiendo porque dejaran las mierdas sin importancia. Fue una de las pocas veces en toda mi vida en que había reído. Verle como un perro en el medio de un centenar de gatos roñosos me hizo estremecer.

El tenía todo lo que a mí me faltaba.

Con mis ojos inquietos me centré solamente en observarle hablar moviendo sus manos delicadamente pero de una forma totalmente masculina. Cuando alguna mujer pasaba a su lado casi desarmándose al caminar para que las mirara él simplemente las ignoraba monumentalmente siguiendo con lo que sea que estuvieran conversando con los demás. ¡Ah! ¡Se veía muy hermoso con el uniforme del instituto! a juzgar por la insignia desigual a la que yo traía seguro que estudiaba alguna carrera en cursos superiores. Me encontré en la disputa interna de querer averiguarlo de inmediato.

No sabía de que manera explicarlo pero cuando una sonrisa se dibujó en sus labios, por algo gracioso que murmuraron sus compañeros, mi cuerpo se paralizó en segundos ínfimos dejando a mis extremidades adormecidas, sintiendo como un parásito desconocido se formaba en la boca de mi estomago empezando a recorrerlo provocando molestia y dolor, y también soportando algo terrible, algo que pensé jamás sucedería.

Mi corazón latiendo a mil por hora cortándome la respiración de inmediato.

Fin. Kim Jaejoong. 4 de marzo, con el calor acortando mis ideas.

Abrí los ojos lentamente volviendo a los sentidos comunes notando mis pupilas adoloridamente lastimadas empezando a entreabrir los parpados inquietamente. Me estremecí cuando lo primero con lo que me encontré fue el rostro de Yunho a escasos centímetros del mío, respirando acompasado, con labios entreabiertos y tan fresco como una lechuga. Ambos brazos enredados en mi anatomía recelosamente al punto de estar totalmente pegados. El aroma a menta y nardo golpeó contra mí originando un millón de recuerdos que acontecieron en la memoria como un remolino de imágenes móviles.

Mis mejillas tornándose de un rojo carmín de improvisto con la rapidez de una ráfaga, el labio superior tiritando como una especie de tic, comprobando que todo lo que supuestamente había trascurrido como una mala pasada de mi mente enferma fue real.

Me alejé de sus brazos tratando con todos los cuidados de no molestarlo, jurando que si abría sus ojos en ese mismo momento me moriría de vergüenza. No sabía por qué exactamente, pero tenía la misma sensación de aquel día cuando Yunho se quedó con mi virginal cuerpo de ninfa. ¿Sería porque era la primera vez que lo hacíamos de esa manera infernal? ¡Dios! ¡Pero si todavía sentía su pene atravesándome el estómago! Eso fue algo totalmente hermoso, doloroso pero hermoso.

Me despejé un poco moviendo la cabeza y tratando de arreglar mi melena azabache cuando al sentarme sobre la cama pude notar el dolor corroerme las tripas de nuevo, el dolor en mi trasero punzaba siniestro haciéndome temblar a mas no poder prohibiéndome el derecho de moverme con facilidad. Quité las mantas de mi cuerpo viendo el recorrido de las marcas rojas y profundas de su labios y los arañazos de sus uñas también, no cabía en felicidad por estar tan herido, él por fin se atrevió a lastimar mi piel de marfil luchando contra sus miedos interiores, los que yo poco a poco con mi amor subnormal atropellaba apartándolos de la carretera. Prohibiendo que ayudaran a su menté a pensar con claridad.

Mientras él menos pensase, yo podía permanecer a su lado, porque cuando se diera cuenta de que mi valor era nulo, se apartaría de mi lado para vivir la vida que todos siempre quisieron para él. Junto a una esposa e hijos peculiarmente ordinarios.

Permanecí unos momentos en silencio acomodando los pensamientos anteriores, no encontrando respuesta a la aparición de ese capitulo de mi diario el cual había escrito el primer día de clases, cuando la vida me enfrentó con el amor de mi vida. Si bien la psicóloga, a la cual ya había dejado de visitar a causa de mi noviazgo, dijo que no era necesario que siguiera con ese diario, era como una especie de relajación, allí escribía absolutamente todo lo que pensaba y lo que no era capaz de decirle de frente a mi amante, o los funestos sueños que merodeaban de vez en cuando por mi cabeza algo confusa. Dicho de otro modo, ese inmenso cuaderno adulto era la parte verdadera de mi vida, donde se encontraba escondido el verdadero yo, mi mente sucia y pervertida, la locura plasmada en cientos de hojas amorales.

Pero nuevamente, sentí los deseos de tenerlo entre mis manos para escribir cada detalle sucedido ese día, la manera en que un centenar de nuevas sensaciones surgieron entre ambos, experimentando el placer de la violencia.

Toqué el suelo con la punta de mis pies suavemente incorporándome, dirigiéndome hasta el baño agarrando una bata que cubriera mi desnudez. Mis pasos eran lentos y cortos producto del temblor de todas mis extremidades, estaba hecho una piltrafa humana y todo gracias a Yunho, ese chico que seguía dormido como si nada entre las sabanas. Al momento de alejarme de la cama ya le extrañaba, enjuagaría un poco mi rostro para volver de inmediato y cobijarme entre los brazos de ese hombre que era la personificación del deseo.

El me hacía farfullar de una manera artificial y extremista.

La perfecta iluminación del baño permitió verme completamente reflejado en el espejo mostrando una visión algo peculiar que siempre llamaba al cuestionamiento. No me gustaba ser narcisista pero definitivamente sus manos eran mágicas, me volvía más bonito cada vez que me tocaba, cada una de las veces que él me hacía el amor.

Yunho lo repetía diariamente, era conciente de que su amor me embellecía.

Enjuagué mi boca con una pasta dental muy fuerte que me picó y mirándolos detenidamente sufrí un poco al ver la herida, mis labios estaban magullados. Empecé con un movimiento suave a peinar mis cabellos de arriba hacia abajo casi acariciándolos en una silenciosa danza con el objeto, comenzando a sufrir por mis planes futuros de cambiarme el look por uno mas maduro y sensual que dejara a Yunho con ojos desorbitados. De vez en cuando al observar mi casi larga melena perfectamente nutrida y hermosa me costaba trabajo tomar una decisión equivalente, no sabía si tintarlo era una buena idea después de todo.

¿Un color rubio o miel realzaría las facciones femeninas de mi rostro?

No lo sabía, lo único de lo que estaba realmente seguro era de que él amaba tremendamente mi cabellera azabache tanto como amaba mi trasero. Volqué algo de loción de rosas en mis mejillas perfumándome la piel, mi cuerpo no presentaba ninguna clase de residuo suponiendo que, como siempre, él había dedicado todo el tiempo del mundo en limpiar mi trasero hasta remover cualquier resto de semen y sangre mientras permanecía desmayado. Mis palmas se pegaron a las mejillas rojas conteniendo la vergüenza. Sacaba mi lado mas estúpido a flote sintiéndome como una niña de quince años recién desvirgada.

Y entonces acudieron esas imágenes morbosas de nuevo. Su semblante endurecido por la ira, las manos corriendo ligeras por mi piel, destruyéndola a cada tramo sin pestañear y su brutal erección golpeándome por atrás una y otra vez sin descanso. Mientras yo le miraba casi en la inconciencia él parecía tener alas transparentes que bullían con un sonido extraño y cruzaban otra vez a mis ojos como una visión luminosa y magnifica. Me perdí en esos ecos en mis oídos zumbando, sintiendo los rudos choques de nuestros cuerpos producidos por la pasión desequilibrada.

Di un bote inmediatamente cuando sus manos me tomaron desprevenido enredándose en mi cintura, apoyando su frente en mi sien, pegándose completamente su cuerpo a mi espalda. Gracias al cielo que traía también una bata o no respondía por mis acciones. Entonces con toda la ternura del mundo aceptando su especie de sumisión le acaricie una mejilla débilmente sin apartar los ojos del espejo que nos reflejaba a ambos en esa burbuja de romanticismo.

-“¿Estas de vuelta?.”- murmuré. El agarre en mi cintura se pronunció demostrando que la culpa le carcomía por dentro aterrándole mi reacción a los hechos. Siempre tan maduro, veía fantasmas donde no existían. Se deslizó desde el superior de mi cabeza hasta enterrarse en mi cuello, dejando cortos besos y asintiendo luego. Parecía que la culpa se había comido su lengua criminal. -“No lo hagas de nuevo, no te disculpes.”- susurré entre un corto respiro entrecerrando mis parpados y acompasando mis pulsaciones insaciables. Me di la vuelta apartándole de donde se encontraba, enfrentándome a él dispuesto a eliminar esos fantasmas que le comían el aura sagrada. Demasiado hermoso como para preocuparse tanto por insignificancias.

Todavía le costaba mantener su vista clavada en mis ojos penetrantes que le enfrentaban sin compromisos irrelevantes que apuntaban directo a su corazón, posé una palma en su mejilla acariciándola dulcemente hasta que su rostro dejara de contraerse. Respondió cerrando lentamente sus afilados ojos cafés respirando acompasado y apoyando más su rostro en mi mano. Sonreí cuando también apoyó su mano sobre la mía acariciándola con la suavidad de un suspiro.

-“Estas bien.”- abrió sus parpados en un destello y creí ver un par de azucenas por la mañana, con confianza me regaló un beso inmaculado, solo apoyando sus labios secos sobre los míos húmedos para permanecer así durante varios segundos eternos en los que duraba un palpitar de mi corazón disparatado. Solté una risa niñera hundiendo mi nariz en su hombro, no pudiendo decir como me encontraba en ese momento, sinceramente tardaría como cinco horas y aún así me faltarían argumentos. Bastaba solo con decirle que nadie era mas feliz que yo pero claro, eso él ya lo sabía.

-“Perfecto. ¿Y tu?”- enredé un dedo en un mechón de su cabello comenzando a dibujar un circulo en el aire, centré mi vista en esa acción para no perderme en su mirada entristecida que me haría robarle más de mil besos vagabundos.

-“Asustado, temeroso, culpable.”- murmuró abriendo la bata para dar paso a las marcas y rasguños impresos en mi piel. Achicó un poco los ojos empezando a masajear esas zonas provocándome leves temblores que me erizaban lentamente el bello, punzando mi sensibilidad al máximo grado. No pudiendo detener los movimientos me acerqué a su boca con mis labios entreabiertos. Abrió los suyos apaciblemente delineando el contorno de mi boca con su lengua húmeda que de un momento a otro logró meterse en mi cavidad para jugar con mi lengua lentamente, sin prisas ni fuerza, solamente como una lluvia de pétalos. Enredando mis brazos alrededor de su cuello me aferré más al beso rogando por profundidad pero sin apresurarme, el elixir de Yunho era algo que me gustaba saborear tramo por tramo, llenando banalmente mi ego dominante.

-“Lo que me lastima en verdad son esas palabras, todo aquello fue maravilloso. Pude conocer ese lado que siempre escondiste de mi, importándote muy poco si lo rechazaría o aceptaría. Se dice que cuando las personas se enamoran conviven con sus cualidades y defectos. Yo no conozco nada del amor, solo se que estoy perdidamente enamorado de ti, que daría todo por ti. Y así como entregaría todo, pido seas sincero y no te arrepientas de lo sucedido.”- se acercó de nuevo besándome con más ganas, acariciándome con ansias.-“Así como salvaste mi gélido corazón, calmaré tu ira con mi cuerpo. Es un buen trato.”- le dediqué una de mis mejores sonrisas quitándole el aliento, solo miró embobado sin saber qué decir realmente. Me divertía mucho jugar con él, porque al fin de cuentas nada le daba más paz a mi alma que verle frente a mí muriendo de amor por mis palabras acarameladas con promesas de un amor eterno.

-“Estás loco…”- chocó su boca contra la mía regalándome un torpe beso.

-“Pensé que te habías dado cuenta de eso mucho antes.”- sentí como sus labios se deslizaban por mi barbilla hasta tocar la piel de mi cuello en donde se quedó repartiendo caricias suaves, atinando a ayudarle cuando con cuidado me sentó sobre la mesada del lavabo para que enredara las piernas alrededor de sus caderas. El calorcito más que conocido se instaló en mi estomago dándome un revoltijo descabellado.

-“Aquí…”- su boca se detuvo sobre una zona especial, mi corazón, dando un delicado beso para mirarme a los ojos luego.-“Como te encuentras aquí.”- habían muchas respuestas a esa pregunta diáfana que inclusive llegaría a tocar parte sensible nuevamente en mi cabeza. Lo pensaría antes de cualquier apresuramiento porque sin duda alguna, quería llegarle a lo más hondo de su alma con mis inquietudes injustas.

-“A veces bien, otras no tanto. Cuando estás conmigo él late con fuerza pero al rato cuando por las noches me dejas abandonado en las turbias sabanas de mi cama se asemeja a un témpano de hielo donde muchas inquietudes le acosan vulgarmente como una gasa de espejismos.”- a medida que mi boca susurraba, mis manos se dedicaron a desatar el cordón de la bata para contemplar su cuerpo, lenta y sensualmente deleitando a mis ojos cristalinos con la visión de un sueño profético.-“En ocasiones mi corazón piensa que soy bueno para ti, otras tantas, que sin duda alguna te marchitarás a mi lado. Es un órgano muy complicado que se alimenta de sensaciones e inspiración, por más vueltas que quiera darle, siempre llega a una conclusión.”- la respiración salió de su boca ligera a cada centímetro que se acercaba a mi rostro pudiendo notar que mis caricias y palabras se transformaban en un fluido de fuego en su interior. Me miraba como si la vida se le extinguiese en ello.

Cerré lentamente los ojos cuando nuestras narices chocaron. Me estremecí.

-“Dime esa conclusión.”- sus dedos se cerraron en mi espalda por dentro de la tela acariciando esa zona sutilmente, instándome a continuar.

-“Lo que siento es peligroso, enorme e inexplicable.”- abrí los ojos topándome con los suyos, comenzando a mirarnos eternamente tratando de interpretar la ebullición sustancial de los ecos provenientes del interior de nuestros cuerpos.-“Hace algunos días cuando dijiste que te irías los escalones se desmoronaban tristemente en mi cerebro, no recordaba hacer llorado tanto en mi vida entera como lo hice esa noche después de que te marcharas. Porque nunca estaré preparado para que me dejes, nunca estaré preparado para aceptar verte con alguien más, nunca estaré preparado para vivir sin ti. Así de peligroso soy, dispuesto a atarte con mi amor egoísta. No queriendo que esta felicidad que hoy tengo en mis manos de esfume en el viento como un insignificante tallo de trigo.”- me encontré con sus labios buscando confort, tratando con su humedad de acallar las quimeras de la desolación que a veces me asustaban.

-“Me gustan esos pensamientos tan tenebrosos como sinceros. Me hacen enamorar más cada día. ¿Dejarte? ¿Alguien más? ¿Vivir sin mí? Nene, eso jamás desfiló por mi mente, puede sonar retorcido incluso para ti, pero desde el momento en que nos profesamos amor mutuamente, para mí fue un hasta que la muerte nos separe.- y me sorprendí tanto como un gato en la noche no esperándome esa frase salir de sus labios, tal vez no escuché bien, tal vez si lo había hecho y no era el único loco de remate que pensó en un amor eterno. Millones de partículas circularon por mi interior sacudiéndome y escandalizándome, no supe como reaccionar sin embargo lo único próximo a mis manos era su cuerpo, atrayéndolo hacia el mío nos fundí en un cómodo abraso. Los deseos de llorar se aproximaron aunque con todas mis fuerzas tratara de contener las lágrimas de felicidad.

-“Siempre tienes las palabras exactas para hacerme feliz.”- no tenía deseos de separarme de él pero sus brazos me apartaron mirando profundamente mis ojos, con muchos pensamientos acoplándose en su cerebro.

-“Veámonos”- me asusté tratando de entender a lo que se refería.

-“¿Eh?”- estaba tan perdido como una luciérnaga en la noche, convirtiéndome improvisadamente en un lucero.

-“Londres. Solo los dos. Ahora.”- mis ojos abiertos de par en par se desorbitaron por la sorpresa, en mis labios se dibujó una sonrisa parecida a la suya entendiendo la verdad de sus intensiones. Me emocioné aunque era una idea totalmente loca y fuera de lugar. Yunho producía esas emociones irrelevantes en mí de un momento a otro.-“No bromeo, quiero unos días junto a ti lejos de todo. Solos tu y yo, solo besándote y acariciándote por días enteros sin apartar mis ojos de los tuyos.”- ¡Oh! El corazón me iba a reventar si seguía endulzando mis oídos con sus frases galantes, ese hombre me tenía totalmente en sus manos. Nos reímos juntos hasta acercarnos en un nuevo beso un tanto apasionado, tornándose húmedo y pegajoso a causa de la alegría. Ya no podía dejar de acercar mi piel a la suya para refregarme y sentir cada tramo de músculo adornándose a mi cuerpo.-“¿Qué dices?”- lo pensé dos segundos.

-“Primero hazme el amor.”- besé su nariz evitando el semblante desalineado.

-“Sabes que esta vez no cederé.”- casi gruñó.

-“Un desmayo no es nada.”- me mofé de su orgullo.

-“Prefiero que te deshagas en placer entre mis brazos mientras te deshojo como a una margarita lentamente.”- me derretí. Mordí mi labio superior clavando los dientes en él, quise rendirme pero no estaba dispuesto a que ganara esa batalla.

-“Hay muchas maneras de hacer el amor.” –

Y como por arte de magia sus dedos se acoplaron a los míos mientras una carcajada se perdía en mi boca abierta. Me cargó como a una princesa en cuentos de hadas hasta volvernos a revolcar entre las sabanas estigmadas con nuestro aroma a sexo sin pudor, era tan fácil entendernos con el lenguaje corporal que producía muchos sonidos sugerentes. Mi mundo volvió a resumirse solo a él mientras sus manos me recorrían por completo permitiendo que las celular se me removieran confusas, más placer del que podía soportar.

Tratando de contener sus besos me escabullí de nuevo en su piel absorbiendo con mi olfato los olores que se desprendían formando en mi boca un caudal incontrolable de humedad, deseando que absorbiera hasta la última gota. ¡Que felicidad! si pudiera encontrar una lámpara mágica, al flotarla le pediría solo una cosa…

Que detuviera el tiempo en ese mismo instante en que abrasados uno al otro nos recitábamos palabras de amor incondicional e inocente.

Incluso vendería mi alma si el diablo pudiera cumplirme ese deseo.

Yunho. Yunho. Yunho. Yunho. Yunho…

Su nombre me parecía lo más complejo y simple, yo estaba tan locamente enamorado que ese amor poco a poco originaba un agujero enorme en mi pecho. Doloroso y dulce al mismo tiempo. Entre sus brazos, antes de comenzar a preparar la huida, llegué a otra conclusión que mi mente inestable fecundó.

Yunho y Jaejoong, dos herejes del mundo de los humanos que lograban formar el par de alas de un ave, ambos eran como una espada desenvainada y también ambos podían llegar a ser la vaina del otro.

Yunho logrando abrir cada una de las puertas de mi cuerpo.

Yo convirtiéndome en una espada hermosamente peligrosa.

Tan distintos, tan iguales, tan sutiles como la contradicción de una paradoja.

Estaba seguro que ese viaje dejaría varias huellas en nuestra hoja de ruta, lo que no podía predecir era si serían todas buenas.

Que divertido.


Y aquí el segundo capitulo esperando que lo hayan disfrutado. Leyendo cada uno de sus comentarios supe que la personalidad de Yunho le atrajo a todas demasiado, pido al cielo que también la personalidad que le he dado a Jaejoong les agrade, porque a mi me encanta.
Estaría mintiendo si les dijera que no importa si comentan o no, porque la mayor retribución de alguien que escribe es que hayan personas que lean, y si lo escrito gusta, que hayan esos quienes dejen una sutil opinión. Me encantaría saber lo que piensan de mi historia y claro, estoy abierta a quejas, criticas y sugerencias también.

Hoy empezaré con el tercer capitulo que por suerte, será algo tranquilo para Yunho & Jae xD

12 comentarios:

abi jaejoong dijo...

waaaaaaaaaaaaaa...... :a


no sabes cuanto espere por la actualización de este fic...en serio me gusta mucho!!! :j *O*....y si a mi me gusta demasiado esa personalidad de YH y que decirte de la de JJ....es geniaaal..un poco loca la vdd..y depravada creo q hasta mas que la de YH..eso me gusta...:h XD...me gusta mucho como continuo el fic..y espero en vdd q siga asi...aunque creo q ese viajecito estara supermega lindo...creo q sucedera algo..espqro q no sufran..

gracia spor cotinuarlo....waaa...please no tardes mucho.....aunque he de decir q la espera hizo q disfrutara mas este fic..solo no te pases...xDD

gracias por la actu ^^

QQKelnaruQQ dijo...

Me encatnto no tengo palabras. Soy de esas personas que casi no comenta pero esta historia es muy linda, :( Tu forma de escribir, las personalidades que les diste a Jae y Yunho son excelentes, medio locos pero muy bien desarrollada. La estructura o el enlace que le das a la historia es muy interesante. Este es el tercer fic que siento me va a dejar marcada (Muñeco. How to forgive and forget?) son los dos que me han dejado marcada. Espero continues y tranquila, no hay presión. Solo no lo abandones. Espero leerte pronto. ^^

Anónimo dijo...

Hola! ^^

Oh~ estuvo muy bueno el capitulo, fue tan intenso...me gusto mucho! muchas gracias~

Me gusta el amor diferente de los dos tan incondicional...y la personalidad de jae es tan...trastornadamente adorable xD igual que la de Yunho~

Yo anteriormente te habia dicho que asi tal cual estaba bien~ que no necesitaba continuacion...pero en serio que bueno que no tomaste en cuenta mis palabras porque ame la continuacion! xD soy la peor lose~ xD

Estare esperando el proximo capitulo. Se te agradece mucho este~ ^^ saludos!

Paradise YunJae fanfics dijo...

Waaa creo me tarse dos horas leyendo amo.los fics extensos.imagino q pones tu mejor esfuerzo en ello.
Soy feliz.q ayas actualizado *0* m encanto
Esos.tipos q ablaron mal.d jj en en el.bano m ubiera encantado q yunho los matara porq se lo merecian.
Creo q aun t falta decir mas cosas d jj x q a mi parecer ahora ea una prsona q depende d yunho es un tanto un amor.enfermizo m agrada la idea.

Sexo rudo? Para curar la ira d el corazon d yunho y q el culo d jj sea el q soporte ese dolor es genial.xD ah lo.desgarro

Entonces dsd un principio a.jj le gustaba yunho y yo q.pnc q no eso.fue cute
Estan enamoradoa d una singular forma ahora qeda sperar Londres q abra d nuevo xD

Oye x cierto xD puedes poner maa celoso a Jj? M encanta las personalidades d ellos xD d echo es muy posesivo el.mismo yunho lo dijo..

Es una sugerencia xD
Gracias z scribir baby muaaaa

Paradise YunJae fanfics dijo...

Ag t dejare otro.comntario dsd la.pc este cel es tactil y no puedo exprrsar bn todo lo q m gusto y sale con faltas ortograficas e.e

KathYunho dijo...

Buaoo Me encanto .. Asi todo tierno :3 .. a que especiales esos patas :0 que hablan mal de jj .. Argg. . me hubiera gustado yunho ..les mate .. xD .. Me encanto .. !!!
Continualo unni .. esta Hermoso !! ♥

Anónimo dijo...

¡Qué tal fic! estoy completamente enamorada de cómo es Yunho, es que es tan romántico y salvaje, me derrito. Jaejoong, es tan hermoso en todo sentido que muero. En fin, espero que continúes escribiendo, realmente lo haces genial.

Anónimo dijo...

Me encanta♥ estoy enamoradisima de este fic me tiene recontra enganchada, plissss donde puedo encontrar la continuacion? quisiera que nunca acabe!, me fascina tu manera de describir y narrar las cosas,sigue asi...^^ :i

Anónimo dijo...

OMG he visto demasiados fics k me han dejadho impaktada como muñeco- gashiyeon(aunque no lo he leido todo aun no esta traducido completo, y ademas dicen que el final es tragico no es justo :d), damaged y ahora este esta genial sigue así..........escribes super ........

por sierto dorian he leido todos los one-shots y sigo todos los fanfic que tienes te han dado una mente he imaginación genial :h

Paola dijo...

Bueno yo ya había comentado este fic, pero ahora lo vuelvo a leer aquí desde ambas perspectivas lo cuentan tan bien es un fic fuerte y a la vez tiene momentos muy romanticos, es muy bello.

Ojalá podamos seguir leyendo mas de está hermosa historia.

Anónimo dijo...

TE AMO!
Por dios que manera de escribir,que perfección. Tu creacion e verdaderamente bella,impecable y impresionante.
Tienes la capacidad de transportar al lector al momento.
Amo la personalidad de cada uno.
Amo su amor enfermizo pero necesario.
Te amo ;w;
Dios,eres mi diosa ahora <3
Gracias por esta belleza de fic,seguire leyendo!

(:



MeiTianLiang -w-

jaqueline yunjae dijo...

Me acabo de terminar de leer este two shot 0.0 lo ame <3 yunho desato a la bestia q tenia dorminada y ataco a esos tipos y tambien follo a jae salvajemente pero a jae termino gustandole wooo que hot. Me encanto. Gracias por compartirnoslo ^^

:a   :b   :c   :d   :e   :f   :g   :h   :i   :j   :k   :l   :m   :n   :o