A lo lejos el sol comienza a salir, el horizonte se tiñe de tonalidades de rojo y naranja, es un nuevo comienzo para el día, y un nuevo comienzo para nosotros. Nos alejamos lentamente, abandonamos esas tierras que nos vieron nacer, buscando un nuevo hogar… Donde los lazos de familia no puedan alcanzarnos.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Fracture Segunda Parte

Titulo: Fracture
Rating: NC17
Genero: Romance
Parejas: Yunho x Jaejoong
Advertencias: Violencia, Alto Contenido sexual
Sumario
La vida se pintaba negra así que tal vez y solo tal vez ese color se borraría un poco luego de aquella noche.
O se oscurecería aún más...
Era el momento de dejar de ser un idiota inmaculado.
"Vas a Arrepentirte Yunho" 



"Fracture Segunda Parte"









“Disculpa por insistir tanto... Seguramente piensas que soy un fastidio.” Esa pregunta pareció correcta en la asimilación aunque a pesar de todo, al observarle mejor, él era muy apuesto. Le reclamé a mis ojos por estar sumergidos solo en la belleza de Yunho.

“Necesitaba despejarme un poco.” Me detuve en el ambiente tornándose desconocido falto a la costumbre de aquellos lugares donde todos se divertían, no dándome las ganas de plantar de nuevo a aquel joven tan insistente... Ojalá lograra distraerme por solo unos momentos.

Las luces fosforescentes calaron en mis ojos punzantes llenándolos de molestia y a pesar de que horas previas estaba recibiendo una golpiza en aquel callejón fétido mis ojos dolían más que mi boca un poco agrietada. Ese maldito se encargaba de aparecer en todo momentos haciendo incluso extrañar aquellos golpes que sentí por primera vez. Nada, ni siquiera el olor a tabaco que siempre me gustó eran tan familiar como esas manos rompiendo el interior de mis mejillas.

“Dijiste que asistirían los chicos de la universidad...” Me pareció raro al principio no dándole mucho articulo hasta dejarme guiar por sus manos por el interior. Su sonrisa permaneció tan soñadora cuando me vio en la puerta del antro que casi me pareció un pequeño cachorro enamorado. Esa sensación subnormal y gloriosa que todos profesaban nunca se mostró tan alarmante. Ese amor enfermizo me tenía totalmente en sus manos sin dejarme ver la realidad a mis pies.

Si así lo deseara, conseguiría a cualquier chico solo para mí, no obstante una y otra vez en el cansancio su sonrisa traicionera flotaba ante agobiares.

“Eres muy inocente Jaejoong. Quería estar a solas contigo...” Pestañeé junto con sus palabras provocadoras en el intento. Contrario a lo que en el infinito hubiera supuesto ese comentario no me disgustó, DoHyun parecía tan confiado de sus dotes conquistadores como yo lo era de mi inexperiencia extrema.

“Te debo parecer un completo idiota.” Sonreí un poco hundiéndome más en el sillón donde nos encontrábamos sentados.

“Todo en ti es hermoso...” Las castañas herméticas se congelaron con el estridente sonido de la música acojonando sin querer nuestras palabras. Muy diferente de lo normal a lo que estaba sintiendo me estremecí, porque solo Yunho podía decirme que era hermoso. Nadie tenía derecho para afirmar lo que sus ojos contemplaban.

Esos ojos ajenos de las personas que me observaban con adjetivos muy variados. Impuro, deshonesto, libertino, depravado, desenfrenado, impúdico, lujurioso, corrupto e inmoral... Todos atributos del deseo sexual que siempre fue guiado por mi belleza erótica...

Mi hermosura era interior. Pero nadie podía verla ademas de él.

Hasta en el estremecimiento torpe le pensaba... ¿Estarás revolcándote entre esas piernas ajenas?

Dohyun se percató de la divagación mental actuando con interesara hasta acercarse un poco a mi; sus ojos denotaban mucha de las palabras que pensé con antelación sin embargo dejaría de rebuscar excusas para alejarme de todo individuo que quisiera intentar tocarme. Yo no tenía amigos, conocidos, grupo de encuentro. Me dediqué a atar mi denigrante lazo a solo un individuo convirtiéndose éste en mi mundo, como un esclavo... Y me pareció que no era humano, ni dignificante ni creativo. Era una burla.

Esos extraños dedos tocaron mis cabellos con parsimonia y tranquilidad esperando a no asustarme ya que seguro, temería que escapara tan rápido de nuestro primer encuentro. Fue una caricia suave que lejos de lo imaginado, provocó un escozor tan impropio y nocivo que destruía los muros de piedad hacia otro sentimiento que aplacara mi amor. Sus manos no eran dulces y sabrosas como la fruta del cercado ajeno, tampoco dejaban el éxtasis delicado de la piel de Yunho que por lejos eran como la caricia de unos suaves pétalos de una fina rosa. Ese chico me tocaba embelesado en una nube de fogonazos, pero fácilmente era tocando indebidamente, marchitándome, profanándome...

Ahí me di cuenta que no quería otras manos tocándome.

Era un martirio indeleble...

Suspiré aturdido y él lo notó, prefirió tomarme de los hombros hasta llevarme a la pista y a pesar de estar abusando de mis emociones en poco tiempo me pareció un chico tan bueno y sincero que merecía una oportunidad.

La atmósfera contagiaba con rapidez ya que las sonrisas del chico a mi lado transmitían algo de la seguridad que había perdido. Él no podía escapar de mi hechizo. Eso era. A pesar de las verdades lacerantes que impusieron en mí ese día, las que me destruyeron, yo seguía siendo una bruma de belleza, inmortal e inalcanzable. Él aprovechó el momento para acercarse rodeando mi cintura con sus fuertes brazos haciendo que un calorcito asemejara a mis mejillas apartadas en bochorno. No los quería sobre mí, no me gustaban pero aun así me lamente en silencio.

Los rayos de vida que me ataban a este mundo me amasaron la carne del cuerpo mientras las ganas de llorar regresaban en una diáfana sombra porque a conciencia intuía que ninguna infinita forma seria capaz de destruir lo que sentía por ese hombre. Perfecto y dócil. El que incrementaba las telarañas de mi mente engañosa.

“Déjalo.” Todo en mi interior reaccionó ficticio entre un avasallador remolido de locuras al escucharle. Esa voz que no dejaba de repetirse entre las penumbras de mis sabanas por las noches de encierro fútil. Giré temeroso encontrándome con un par enardecedor de ojos auténticos que gesticularon con proezas de odio infinito al verme enredado con aquel joven. Las piernas se movieron solas apartándome antes de comenzar a temblar. “DoHyun, te dejé en claro que no quería que te acercaras a Jaejoong...” ¡Oh! Mi nombre salió de sus labios con influencia posesiva haciéndome tragar en crudo, allí caí en cuenta de que tenía la garganta reseca y todo lo que pudiera habitar en ella no quiso salir en forma de palabras o protestas.

“No eres su dueño Jung. Él tiene derecho a elegir...” Quedé entre medio de ellos dos sin moverme, ninguna de mis extremidades lograba reaccionar ante el aturdimiento del lugar que ya daba vueltas con escepticismo. Ver su figura parada frente de mí luchando como un perro callejero sobre su basura caló hondo sin poder evitar la angustia, ella llegó aumentando las ganas de llorar y morir que olvidé por un breve lapso.

Una fuerte punzada atravesó mi cabeza defenestrando la cordura, una piltrafa podía compararse conmigo en aquel momento lleno de cólera que redujo mi bienestar. Yunho se percató intuyendo cada una de mis emociones porque como siempre, estábamos conectados. Se acercó apartando de un empujón a DoHyun antes de tomarme del brazo y comenzar a arrastrarme entre la multitud indiferente. A pesar de todo seguía creyendose mi dueño.

No más, ya no me manipularás con tus sentimientos enfermos y contradictorios.

“¡Déjame! ¡¿Qué haces aquí?! Hoy me dejaste bien en claro cual es mi lugar en tu vida Yunho. ¡Apártate de una maldita vez!” Arremetí colérico mientras las venas se ensanchaban en sus sienes y aunque me estremeció eso no impedía que siguiera con mi discurso nocivo, tratando de agrietar algo en su interior. Ese indice de poder que según él, me convertía en su propiedad.”¡Estoy roto! ¡¿No ves lo patético que soy?! Ya no te quiero cerca de mí, vete y no regreses. Hoy romperé todos los lazos que me atan a ti...” Pero indiscutibles aquellas brutales silaban me hacían daño al verle, porque allí... Lleno de tristeza estaba Yunho. Y me sentí el pecador.

“Estás enojado y no piensas tus palabras...” Trató de dejar una caricia pero me aparté de inmediato, solo un acercamiento era necesario para que toda mi temple desapreciara, sus manos y sus ojos suplicantes eran un veneno dulce, como un verdugo. “No lo dices en serio.” mordí mi lengua conteniendo las ganas de abofetearlo aunque prefería escapar. Sus manos siguieron sujetándome de la muñeca pero una mirada devastadora instó a que me dejara.

En ella le transmití todo el dolor que me embargaba, esas ganas de correr a un acantilado y dejar que el viento me empujara entre las morbosas sensaciones del suicidio. Entendió pero las intuición de arrastrarme hasta nuestra habitación aun no moría. Esta vez sería el primero en apartar la mirada.

Cuando lo hice, dándole la espalda, sentí como lejos de un triunfo, ésa era mi segunda derrota.

Su olor se perdió en la multitud dejándome en claro que tendría que escribir una nueva historia...

Un sonriente DoHyun me recibió en un abraso cálido, yo no supe por qué ese chico era tan bueno y perceptivo conmigo, haciéndome notar cierta inseguridad que rondaba mis acciones. Seguro notó las gotas que gritaban por caer de mis ojos. El entendió así que nos dirigimos a unos asientos en el fondo deshabitado dejando que los latidos por la impresión de ver a Yunho se calmaran. Ese chico fue muy perceptivo al no preguntar hurgando en la herida. Mi corazón le agradeció.

“Espérame un momento aquí...” Asentí. Se apartó alejándose hasta una de las barras con un porte algo misterioso. Yo le observaba tratando de descubrir sus movimientos antes de verle charlar con el barman. Sus sonrisas no me parecían encantadoras pero tampoco me desagradaban. El sujeto comenzó a preparar una bebida muy colorida. No lo pensé.

Mi sistema necesitaba alcohol.

“Mañana todo estará mejor Jaejoong...” Suspiré frotándome las manos que él antes había tocado, a lo lejos ese chico carismático me sonreía con dulzura y no pude evitar sentirme desubicado. Yo le estaba usando para ocupar mi cabeza con otra cosa que no fuera Yunho.

Mis ojos se fueron a aquellas parejas en la pista tan idos y quisquillosos en su felicidad que conspiraban contra la mala racha amorosa que vivía. Pensé de nueva cuenta en él preguntándome los motivos por los cuales fue a buscarme, cayendo en que sus ojos estaban inquietos, inseguros, negativos... Temblé solo al recordarlo. ¿Se lamentaba? ¿Ese beso? ¿Ese roce? ¿Las caricias calientes? Sin retorno me abracé a mí mismo brindándome fuerzas para no caer en la perdición de recortarle.

¿Es posible amarte tanto? Tu no lo mereces...

“Esto te hará sentir mejor.” Me encontré de repente con su figura sentada frente a mí poniendo un trago extraño entre mis dedos. Depositó una pequeña pastilla en mi palma que me dejó perplejo. Levanté la ceja observándole estupefacto. “Es lo normal aquí, por favor no preguntes, te hará olvidar por un buen rato ademas, yo estaré a tu lado.” No se por qué pero su respuesta me tranquilizó y mi moral no funcionó demasiado en dicha circunstancia. ¿Que tan mal podría estar? Era solo alcohol, nada de otro mundo. Quería divertirme sin los pensamientos suyos rondando en cada recoveco de mi cerebro. Acompañé la minúscula pastilla con el trago amargo que descendió por la garganta con rapidez y sólo eso bastó para que de inmediato me acosara un exceso de sensaciones desconocidas. Me sentí mareado, pesado y perdido al mismo tiempo entre un tumulto que no terminó de gustarme, en el estómago un estallido de nauseas desacomodó la cordura al reemplazarla por un temor inminente. Me arrepentí cuando mi cabeza se rompió en pedazos volviendo a la realidad una burbuja de nieblas obscuras y siniestras.

Oh Dios... Que mierda era todo eso.

“¡Arghh! ¡Esto es asqueroso!” Grité ante las carcajadas de su parte. Ese muchacho me encontraba muy divertido. “¿De que ríes?” Pregunté descolocado, ya que muy perceptivo, esa mueca instó algo raro en mis adentros. Como un presentimiento.

“Nada, solo vamos a divertirnos.” Tomó mi mano dirigiéndome de nueva cuenta hacia la pista de baile, donde la música estridente y las luces diabólicas de inmediato originaron estragos a mi salud mental. Tuve la sensación de escuchar el crujir de mi cráneo. El dolor de cabeza se pronunció.

Y aunque quise contenerme todo daba vueltas como una calesita ante mis ojos, sintiendo de pronto como unas manos se deslizaban por mi cuerpo manoseándolo. Se me erizó el pellejo. Algo andaba muy mal allí. DoHyun se aprovechaba de mi estado tocando partes que nadie había recorrido antes obligando a que las nauseas junto con los recuerdos penosos de mi estupidez se agigantaran. Traté de reaccionar pero simplemente parecía un vegetal a merced de sus dedos despiadados.

“No...” Trató de besarme, sin embargo le esquivé apartándole con mis manos sobre su pecho que atosigaba mi frágil figura. No me contuve pero al distinguir su expresión entre las nebulosas sentí como el peligro me acobardaba. El no estaba contento. Pude ver un rostro diferente al chico al que conocí hace momentos, sus ojos se asomaron como fantasmas diabólicos por la ventana de mi mente aturdida que lloró en la desesperación, los estupefacientes mostraron como eran en realidad las cosas. Cayendo sobre mí como agua turbia...

Sus manos tomaron mi cuello obligándome a juntar nuestras bocas, mis labios agrietados sintieron una presión asqueante que los humedeció... Y fue allí cuando reconocí el gusto de la desesperación.

Tambaleé sin poder mantenerme estable cuando el piso se abrió bajo mis pies con deformidad incoherente mientras un sonido quisquilloso retumbó en mis oídos corroídos. Me protegí con las manos peleando contra lo que no tenía orientación porque los sentidos se habían ido por la borda de esa escena conexa, desubicada, morbosa... Los tímpanos se afligieron heridos de manera tal que el dolor y la locura se apropiaban inexorablemente de los rincones de mi cuerpo. Tosí queriendo escupir la bilis buscando algo de apoyo en la persona frente sin embargo solo distinguí una expresión de triunfo que heló mi sangre. Mis fuerzas se perdieron completamente mientras le contemplaba, casi al borde de fallecer, hablandole a su celular. Yo no podía escapar y las energías estaban prontas a abandonarme.

El horror terminó por devorarme cuando asquerosamente sentí su lengua sobre mi mejilla, un pequeño beso en mi frente y un susurro que talló las sombras de abandono.

“Nos divertiremos mucho contigo...”

Escupí algo amargo que recorría mis entrañas con la ultima esperanza que carió en la conciencia, quise escapar de sus manos pero estas estaban clavadas con ferocidad en la piel de mi cintura guiándome hasta la salida.

Traté de gritar aunque mis cuerdas vocales se vistieron del pánico...

Traté de correr pero mis piernas se clavaron al suelo...

Traté de pedir ayuda, sin embargo todos me observaban en la banalidad como quien observa a un maldito drogadicto...

Traté de buscar a Yunho entre la multitud, mas él ya no estaría para mí.

Entonces una culpa enorme golpeó mi rostro con fuerza exigiéndole a mis ojos cerrarse, dejando de sentir cada murmullo o toque que me rodeaba.

La oscuridad me llevó con ella.










Unas gotas rodearon mi cuerpo acariciándolo con la suavidad de un espejismo que mostró como una brecha clara y otra oscura se unían en un redentor del cielo, en la gloria conocida como algo inalcanzable, con las sensaciones a flor de piel cuando en las puntas de mis dedos un escozor convertido en gélido hielo subió por mis piernas llenándome de una angustia fugaz que acosó mi moral derretida.

Abrí los ojos en la desesperación tratando de calmar los miedos de mi alma inquieta que se envolvía en un silencioso universo perverso y ellos mostraron una realidad para la cual no estaba preparado.

“Qué bueno que hayas despertado.” Le miré desorientado. ¿Quién era? ¿Dónde estaba? ¿Qué le sucedía a mi cuerpo? Mis ojos dolían como cien infiernos simulando el haber estado cerrados por años y mi boca...

Empecé a hiperventilar con agobio al caer en cuenta de la situación... Manos y piernas atadas, una mordaza cubriendo con presión mis labios dolientes impidiendo mover cualquiera de mis extremidades. El ardor prolongado se contrajo en mis pupilas dilatadas cuando al reaccionar traté de emitir algún sonido lastimero.

“Shhh... Tranquilo, si te resistes no podrás disfrutarlo...” Mordí la tela entre mis dientes eliminando las palabras que no escaparon, frente se encontraba aquel joven de sonrisa gigantesca en el cual deposité de buenas a primera mi confianza infantil. !Maldito hijo de perra! Engañó tan fácilmente mi dolor que caí como un pequeño ciervo mostrando como la situación se tornaba mas negra que la noche.

“Pobrecito... No seas rudo con él.” Mi mirada corrió espantada hacia aquellas voces. En el extremo de lo que parecía ser un cuarto corriente se encontraban dos hombres tras una cámara y de repente ya no pude detener las gotas calientes y crudas que salieron ligeras por el tramo de mi piel, dándome cuenta donde condujeron mis temores y estupideces, sabiendo que esa gente me haría las cosas que veía en las noticias en cada momento mientras tomábamos matecocido con mis padres...

Un cuerpo en un basurero...

Chicas asesinadas por trafico de drogas...

Mulas vendidas...

Jóvenes privados de libertad para la trata de personas...

Chicos violados y asesinados... Tirados por el río... Incinerados...

Dios mio, Dios mio, Dios mio. !Ayudame!

Ya no encontraba consuelo para dejar de llorar, me sentí sucio, histérico, abandonado... La verdad golpeaba mis huesos al saberme preso de esa gente inhumana dispuesta a lastimarme y al mismo tiempo tratando de desactivar el cerebro para que los miles de pensamientos desaparecieran, para que dejara de especular sobre mi futuro incierto.

DoHyun se sentó a mi lado apoyando sus repugnantes dedos sobre mi muslo con aquella sonrisa que al observar mis reacciones de horror infinito se intensificó como una gran medialuna. Esos ojos crispados con sorna ante mi sufrimiento mostraron lo que era realmente un psicópata.

Yunho. Yunho. Yunho... Por favor no me odies, perdóname por todo lo que dije antes. Eran mentiras. Yo te amo mas que a mí mismo. Y si el cielo permite que mis ojos se topen de nuevo con los tuyos susurraré junto con una amarga lagrima la despedida. Estaré tan sucio que el derecho de respirar tu mismo aire se habrá perdido.

“¡Nnghh!” Me esforcé en soltar alguna palabra pero mi boca permanecía muy aprisionada, el escozor en aquella parte ayudaba a que las lagrimas y la desolación continuaran lastimando mis pupilas dilatadas, asqueado al sentir unos dedos pasearse por mi estomago a medida que levantaban la tela de la camisa y desabrochaban mis pantalones.

¡Déjenme morir!

“Alguien está un poco asustado, relajate Jae. Precioso Jae. Estúpido Jae...” Se acercó riendo con maldad hasta depositar un húmedo beso en mi mejilla, acrecentando las opciones que me quedaban y llegando sólo a una. Tomé valor reuniendo toda fuerza del momento para chocar mi frente en su nariz viendo estrellas de inmediato, todo se tornó tan subliminal que el golpe permitió ver como ese bastardo tapaba su rostro para ocultar el camino de la sangre correr por sus fosas nasales.

“¡Puto de mierda!” se abalanzó cual bestia agarrando mi cabeza con odio, el cuero cabelludo parecía salirse a pedazos mientras lo único que pude hacer fue retorcerme de dolor entre gimoteos. “No imaginas lo que sucederá princesa. Si lloras pierdes. Si zamarreas pierdes. ¡Si te resistes pierdes! No me obligues a destrozar ese bello rostro.” Me comí aquellas palabras. Y lloré más fuerte por no poder defenderme.

Me habían quitado hasta el derecho de morder mi lengua hasta morir entre mi sangre. Ladeé el rostro a un costado, cerrando los ojos y aguantando cada uno de los sollozos que me privaban del aire.

“Ya esta filmando, apúrate.” Escuché decir a otro de los sujetos cuando de pronto la cama se hundió a mi lado ejerciendo presión sobre mi cuerpo inmovilizado; el mal nacido se abalanzó sobre mi cuelo sacando la lengua con una imagen enfermiza, lamiendo esa zona, violando mi piel con desenfreno, llenando mi estómago con sensaciones nauseabundas. Eso no podía estar pasando.

¡No me toques!

Me moví como pude intentando desamarrar las sogas, actuando con frenesí de lado a lado para quitarme ese cerdo de encima, para que dejara de tocarme.

“!Basta!” Un golpe en la mejilla herida para que me calme y otro golpe para que mi corazón dejara de latir, no obstante a pesar del miedo continué porque ellos tendrían que matarme para que me detuviera. Yo lucharía hasta el último suspiro.

“¡Que te detengas zorra malnacida!.” Golpeó mis costillas con su puño cerrado haciendo que por un instante viera toda mi vida desfilar sobre el revés de mis pupilas al momento de llorar con más amargura y tragarme las barbaridades que nunca encontrarían su nacimiento. Sentí mis huesos romperse como un papel a medida que el temor se escondía en un desvanecimiento inminente. Esto no podía estar pasando. No era un sueño. Quiero desaparecer de una vez.

“Así me gusta, solo queremos divertirnos por eso no nos obligues a romperte en pedacitos.” Sugirió con la mirada penetrando mis ojos rojos repleto con una diversión burlesca que mostró lo lejos que ese monstruo llegaría para saciar sus fantasías más retorcidas. Lo siguiente que sentí fue su mano desabrochando  mis pantalones antes de meterse en mi piel acariciando las partes intimas hasta producir esa sensación asquerosa y subliminal que me llenaba de rencores. A pesar de que seguía sintiéndome envuelto en un augurio de deformidades no encontraba la manera de desmayarme  o blanquear los pensamientos para dejar de ver al tipo manoseándome. No pude, pero al sentirle acariciar mi flácido pene de manera repulsiva comencé a rezar a algún Dios que me escuchara, que intentara siquiera quitar mi conciencia de esa realidad que me daba una cachetada.

Ese destino doloroso que me llenó de vergüenza cuando bajó mis prendas interiores hasta los tobillos amarrados, tan rápido, tan mundano, tan deshonroso. Esos hombres me miraban excitados demostrando la naturaleza humana. La de disfrute al ocasionar dolores incomprensibles.  Las pesadillas existían y ésta era la más veraz de todas, la cual se escribía en un periódico de crónicas, las que se mostraban con imágenes sangrientas a través de los hogares televisados... Esa pesadilla que hoy, me había tocado sufrir a mí.

Prefería morir a vivir con ello.

Con determinación al tragar mi amargura continué haciendo espamento, tratando de quitarme ese sucio cuerpo de encima utilizando todas las fuerzas que me quedaban, como si fuera un enfermo de lepra, y lograr tal vez que su enojo se engrandeciera. Dándole motivos para encontrar la muerte.

Yunho se fue gracias a mis palabras hirientes que a pesar de todo lo vivido no tenían méritos. Mis padres sufrirían por un tiempo efímero hasta que la herida de la perdida de su único hijo sanara con tenues vestigios. En la universidad al principio notarían la ausencia no obstante con el correr de los meses las grietas serían reconstruidas en su memoria. Recordarían que alguna vez un hermoso chico piso esas aulas altaneras y vigorosas. Aquel pequeño vecino mío, con el cual solía jugar los fines de semana me extrañaría un poco. Nunca terminamos esa partida de mahjong en la cual llevaba ventaja...

Aquella profesora de literatura de la primaria que tanto amor siempre profesó se encontraría rodeada de tristeza al enterarse de la noticia de mi fallecimiento pero cada día, al ver a sus nietos jugando en la terraza ella olvidaría, tratando de escribir algún que otro poema en mi honor, el cual con dolencia el tiempo se encargaría de ir atenuando.

Todas las personas que formaron parte de mi camino entenderían lo que era el dolor y la muerte, esa por la cual pedía perdón. Perdón por no seguir en pie con lo que me estaba sucediendo. No nací para ser ultrajado y soportarlo, para ser burlado y seguir en pie. Mi perdón se arremetía a mi debilidad.

El perdón enorme a esa persona que sé, no lo superará nunca. Mi hermoso Yunho... Mi bello Yunho... Parece ser que no nacimos para estar juntos y quizá en otra vida pueda tocarte bajo el ostentoso velo del cielo iluminado.

Vamos Jaejoong, queda muy poco... Hay que seguir adelante, resistiendo, luchando...

“¡Basta!” Sus orbes ardieron rayando en el fastidio absoluto antes de volverme a pegar en las costillas... Ya el dolor era nada comparado con la resignación de saber que así de crudo sería mi final al ver como ese enfermo desabrochó sus pantalones bajándolos hasta mostrarme su repulsivo miembro chorreante, vigoroso de depravación y violencia, agraciado por ver al terror desfigurando mi cara. A pesar de todo, de las lágrimas ahogándome y las heridas en las muñecas apresadas por los fierros del respaldo, no estaba preparado para que sus manos se cerraran sobre mi delgado cuello, ejerciendo una presión insoportable que impidió el paso del oxigeno.

Y temblé. Yo aún le temía a la muerte.

Temí por las ultimas lágrimas que bajaron por mis ojos.

Pero por sobre todas las cosas, temí la injusticia que se estaba llevando mi alma.

Un chico como yo no merecía ese final lleno de catástrofe y plegarias.

“¡DoHyun! ¡¿Estás loco?! ¡Dijiste que sólo íbamos a divertirnos!” gritó con pánico uno de los sujetos viéndose presa de la realidad que tomaron las cosas. Eso se escapó de sus planes. Pero no escuchó, sus manos estrujaban mi cuello cada segundo con fuerza mientras que como un animal embestía mi estómago rabioso manchándome de sus fluidos venenosos, vagabundo en el éxtasis, perdido en el color morado de mi asfixia y mis ojos ausentes.

Porque dejé de luchar cuando sentí que todo finalmente acabaría.

Que sus bondadozos ojos no serían lo ultimo que viera antes de partir como siempre lo soñé.

¿Yunho? ¡¿Que haces allí?! Vislumbré su cuerpo en la esquina de un pasillo sombrío acercándome con pasos lentos hacia él. Una sensación extraña recorrió cada flujo de mi piel pero no era tristeza, era algo para lo cual no encontré explicación. Me incliné para verle esperando a que me distinguiera.

“¡Jaejoong!” Oh si, su incomparable voz. Que hermoso volver a escuchar esa aterciopelada melodía salir de sus labios perfectos. Él se aferró a mí como si se le estuviera escapando la vida en un santiamén y de repente quedé pasmado mirando sus lágrimas correr sin fin, dejando crudas y desalineadas marcas en esas mejillas redondas. Solo correspondí la caricia cuando su boca se acopló a la mía regalándome un sabor conocido pero no minúsculo haciendo de mi interior una pequeña brisa cálida de abril.

“No puedo vivir sin ti, no te vayas, no lo hagas Jaejoong...” ¿Debería creer aquello tan fácilmente? Los espectros interiores deseaban jugarme una mala pasada.

“No juegues conmigo...” Dejé caer mis parpados acorralando las gotas que escapaban sin condición, aferrándome a aquella esperanza cuando sus manos acariciaron mis cabellos iracundos.

“Despierta de este sueño mi amor... Siempre fuiste mio...” Y ese soplo de ensueño quemó mis oídos trayendo con el ardor mi espíritu deambulante al cuerpo dolorido carente de vitalidad.

Recuperé la visión cuando mis pulmones recobraron aire, no obstante las imágenes eran demasiado rápidas para procesarlas.

Era Yunho. Mi Yunho. Estaba allí. No me abandonó. No se había olvidado de Kim Jaejoong. Enfrentándose solo contra el mundo, contra esos sujetos que casi se llevan con sus perversiones mi vida. Me asusté a más no poder tratando de asimilar los acontecimientos narrándose en mi mirada.

Los puños de Yunho enterrados en el rostro de DoHyun.

Me percaté también que no habían rastros de los otros sujetos. ¿Qué estaba sucediendo?

Las fuerzas volvieron a mi anatomía pero la desesperación se acumuló al ver el rostro de mi hombre. Allí había sombras diáfanas, penares, rabia, odio, descontrol.

No era mi Yunho.

Otra vez el cielo caía pedazo a pedazo sobre las leves razones que le quedaban a mi ser, preguntándome cómo hacer para acariciar sus mejillas y que en el alba de nuestro roce se perdieran todas las malignas sensaciones que le estaban monopolizando.

Para que no cometiera una locura.

Para que no manchara esas delicadas manos con sangre podrida.

Tienes que detenerte mi amor.

DoHyun escupió una desagradable mezcla de saliva y sangre negra que manchó parte del suelo llegando también a la piel de mi amor. No se detuvo, aun así levantó su cuerpo moribundo desde los cabellos hasta tirarlo sobre un sillón contiguo donde sus puños totalmente agrietados siguieron con el centenar de golpes en el rostro que ya pasaba a la desfiguración total.

Me recriminé al pensar que aún con todo lo que me había hecho él no se merecía tal brutalidad cambiando de inmediato por los verdaderos pensamientos de que la justicia existía.

Jung Yunho no tenia Dios. El era su propio Dios. El era su propia justicia.

“¡Ríete ahora desgraciado! ¡Suplícame! Suplícame no desgarrarte la piel y desparramar tus entrañas por toda la habitación ¡Le tocaste! ¡Te atreviste a tocar a Jaejoong! No voy a contenerme contigo infeliz...” Mira hacia aquí, observa mis ojos suplicantes y detente en la maraña de un suspiro lastimero que no podía ser dicho por mis labios encadenados. No mates en mi nombre...

el sujeto tosió nuevamente con un sonido penoso entre la sangre burbujeante de su cavidad mirando con horror al hombre que con astucia embravecida sacó de su chaqueta algo que se comió sus lamentos. Aquel objeto que le compré años atrás en un feria de pueblo.

Le encantó aquella navaja inglesa a tal punto de obligarme a apostar y como siempre, me quedé perdedor ante él y sus juegos azarosos. Ese día dijo que era su tesoro y que solo la usaría para defenderme, porque el brillo plateado de la hoja solo podía compararse con la estela de mi sonrisa.

El cumpliría aquella promesa.

Entonces ahí me encontré tumbado en una cama preso del temor tembloroso, inmóvil, con la vergüenza de una desnudez que mostraba moretones en mi piel que jamás sería capaz de olvidar mientras veía como el brillo de aquella navaja creaba un dibujo irreemplazable a mis ojos al momento de clavarse en uno de los brazos de ese hombre fenecido.

“¡Aahhh! ¡No! Yu-yunho...¡Detente p-por...” me aturdieron sus gritos que corrían suplicando piedad con el caudal de mis lágrimas. No lloré por su dolor, tampoco por su estado convulsivo, solo lloré al contemplar las preciosas manos de mi moreno mancharse en un carmesí espectral.

Porque simplemente le comprendí no pudiendo despreciar nada. Aceptándole tal y como era ya que todo en Yunho era perfecto.

Quitó la navaja de la piel suavemente con la mirada perdida en su objeto preciado, apuñalando otra vez al cuerpo tieso a punto de caer en la muerte entre sus últimos gritos desesperados.

Deseé que le matara...

Quería esa navaja en su cuello...

Y me asusté...

Los sonidos lamentables que salieron de mi jaula alertaron a Yunho quien volvió sus ojos para clavarlos en los míos. Y comprobé bellamente como su semblante se calmaba hasta su pecho que obtenía un ritmo eficaz, comprendiendo que a pesar de todo él era el culpable de mis lágrimas. ¿Tu me entiendes cierto? Ya es suficiente...

Volvió al cuerpo inmóvil entre sus piernas para soltar la navaja mientras limpiaba la sangre que manchó su rostro conflictivo. Contempló su hazaña reafirmando las reacciones necias. Ese cuadro que otra vez me obligó a rezar...

No por mi vida...

No por mi familia...

No por mi suerte...

Recé un segundo para que se acercara a tocarme, brindarle algo de calor a mi frío cuerpo y algo de ternura a mi indócil corazón.

Como si el cielo me hubiera concedido el deseo de pronto en la habitación solo se escucharon pisadas inquietantes desde afuera que removieron el silencio con euforia, un suspiro cansino salir de su boca y el prominente ruido que provocaban sus piel al acercarse. Llegó a mi lado con las lágrimas de mi sueño tratando de evitar el contacto, culpable ante la visión dolorosa de mi piel marcada con estigmas que serían difícil de superar.

Me estremecí cuando sus calientes dedos comenzaron a recorrer mi piel desnuda.

No aparté mis ojos de los suyos porque ambos suspirábamos de enamoramiento y cansancio, deseando que todo lo anterior menos la calidez que nos unía hubiera sido un sueño.

“¡¿Qué te hice? Nunca me lo perdonaré....” Vi como las gotas provocaron huellas enteras en sus mejillas  agobiadas. se incorporó para buscar el cuchillo ante mi silencio y solo me encontré con sus manos cortando las cuerdas para arreglar con dedicación mis ropas, tapando mi desnudez y los moretones en mis costillas.

Con los pulgares perfilo mis sangrantes labios temblorosos ante la cristalina frigidez de mis ojos cerrados y los suspiros de tranquilidad que me inundaban cuando sus brazos me apresaron en su cuerpo, eliminando alguna pequeña distancia que existiera entre ambos. Sentir el aroma nacido de su cuello me llevó a pensar que todo estaría más que bien. Que quizá podría llegar a olvidar las asquerosas imágenes de mi martirio. Se apartó para examinarme y en sus ojos otra vez encontré todas mis respuestas.

“Todo fue mi culpa... Yo... Estaba tan asustado... Solo pensé en ti, solo quería verte antes de morir...” le abrasé tan fuerte como mis brazos me lo permitieron liberando de una vez por todas la sensación escalofriante que me tenía bajo su control.

“Tranquilo... Nunca volveré a alejarme de ti...” Me cautivaron los chirridos miedosos que emergía de sus espasmos al tratar de contener el llanto. Porque por primera vez se mostraba ante mí con sinceridad, sin querer aplacar esos impulsos que unieron como un símbolo armonioso nuestras esencias perturbadas.

“¿Qué sucederá ahora?... Él...” Volteamos hasta el cuerpo abandonado en la lejanía convirtiendo la expectativa de simplicidad en un peligroso tumulto sombrío. ¿Estaba muerto?.

“Llegué y le vi empujando sobre ti con sus asquerosas manos rodeando tu cuello... Lo único que pude hacer es perderme en la ira y el descontrol por saber que estuvo a punto de destruir lo que cuidé con tanto recelo...” Fue una marginación de altares escucharle rodearse de hechos e incertidumbres que le removieron la seguridad... Ese hombre más certero que un gatillo se perdió en la duda del qué vendrá...

Su suerte apócrifa se cernió con mis malestares...

“Ahora estás aquí, conmigo... Nada mas importa Yunho...” El tiempo corrió libre entre ambos con una calma que nos envolvió en su liviandad provocadora, alejándonos de aquellas sirenas alarmantes y alborotadoras. Temí por la tranquilidad que apaciguaba a nuestros jardines.

Un grito fuera y sus brazos perdiéndose en mi cuerpo...

Varios correteos y su labio prensado en mi frente...

Unas sirenas estridentes y sus ojos clavados en los míos...

“¡Jaejoong!” Salté impresionado mirando a mi Padre atravesar la entrada de la habitación con varias personas a su lado.

Era la policía.

Su rostro consternado miraba el cuerpo acribillado sobre el sofá con miles de pensamientos incrementando sus temores. Era un infierno lo que se originó. Padre estaba asqueado, desorientado, enojado. Sufría una mutación complicada.

“Pero qué mierda...” Corrió con pavor alejándome de los brazos que me estrechaban en su calor para llevarme deprisa hacia los propios que como nunca, me parecieron fríos y desganados. Quise explicar, sin embargo el llanto me gano la partida, regresando con un sinfín de añoranzas.

“Padre perdóname, no sabía lo que hacía. Yunho vino a buscarme y todo fue tan rápido. El solo me protegió. El... El... ¡Era mi vida o la suya!” Miró a Yunho con desconfianza extrema reparando en las manchas sangrientas de su ropa, haciéndole ver como un verdugo diabólico y hermoso al mismo tiempo. Pero... Padre no quería creer en mis palabras, solo juzgaba a Yunho como todos lo hicieron siempre.

¡Me valía una mierda lo que todos pensaran!

“¡Todavía respira! ¡Llamen a una ambulancia!” Comenzó con los gritos un oficial mientras otros se abalanzaban sobre Yunho sujetándolo contra la pared, aprisionando esas manos que defendieron mi vida con unas insípidas esposas descoloridas. Cada bello de mi cuerpo se estremeció mostrando como la ira divulgaba escozores innecesarios en mi cuerpo estigmado pero no pude pensar con claridad, solo me abalancé sobre aquellos que querían privarle de su libertad. Yunho estaba ausente evitando mis ojos. La culpa era su enemiga.

Qué locura... Él solo me protegió porque quisieron ultrajarme y asesinarme y aun así ustedes le condenaban. Todos. Los odio a todos.

“¡¿Qué hacen?! !Yunho! ¡Déjenlo en paz!” Colérico, rabioso, atormentado. Los nervios  me auto destruían y mi Padre trató de alejarme. Me quemaba la piel su toque. Yo solo necesitaba sus manos al rededor de mi cuerpo.

“Tranquilízate, estás muy nervioso. Jaejoong, tienes que calmarte.” Qué palabras asquerosas. Las largó con absoluta conciencia mientras se llevaban a mi hombre, al amor de mi vida por esa puerta, lejos de mis ojos, lejos de mis brazos que le necesitaban para encontrar la paz. Y no dijo nada... ¿Por qué nadie dice nada? Enloquecí.

“¡Dile! ¡Dile lo que me hicieron Yunho!  Por Dios... Por Dios... ¡No se lo lleven!” Esa sensación amarga de perdida cuando le vi desaparecer ante mis ojos creó un hoyo en el pecho que se inundó en lágrimas comenzando la locura a sumergirme en un mecanismo de vida mecánico y ciego.

Lo único que pude farfullar antes de caer al suelo fue simple...

“Espérame... Yo voy a ir a buscarte esta vez mi amor.”

Porque él me aceptó y no estaba dispuesto a renunciar.

Si tuviera que convertirme en un tirano y abandonar mi realidad...

No lo dudaría un instante.

Esa fractura flotante se consumió en el pensamiento.



Humildemente esperaré que les haya gustado. Mis historias se caracterizan por la entrega de emosiones fuertes y es que me enfoco mucho en eso ademas de las personalidades de Jaejoong y Yunho, prometo seguir esforzándome ^^ Esperare sus comentarios y ya solo quedan dos partes de esta historia :D Besos a todas y nuevamente gracias ^-^ 

Mirai~


11 comentarios:

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

no pobre yunho ...solo defendió a jae q___q ....quiero saber que pasara, si yunho saldrá de la carcel y seguirán juntos
..estuvo muy bueno el capitulo esperare por el proximo xD

Jade dijo...

:c wawww!! estuvo fuerte !! pobre Jae ....no es justo!!! Yunho no puede ir a la carcel

Gaby Kim Jung dijo...

Quedé helada, pero me encantó aunque no lo entendí del todo, sólo se que como siempre pasa la gente ve lo que quiere ver, no lo que es, pobre Yunho u_u

Unknown dijo...

waaaa jae por lo que tuvo que pasar u_u lo bueno que yunho llego a tiempo a su rescate pero no es justo...... ahora le toca a Jae salvarlo y espero que al final puedan disfrutar de su amor ><
gracias!! por la actu muy bueno el cap *-*

MARIA DEL ROSARIO PEREZ CARDONA dijo...

Buaaaaaa mi yunho noooooo!!! Porque?!!! El solo quiso defender a su jae!!!!

Maldito bastardo que quiso lastimar tan horriblemente a.jae!!!!

Por dios quede mal después de esto...

Mi yunjae hermoso siempre sufre....

En verdad esperaré anciosa el próximo Cap porque esta buenisimo el fic ti narrativa.me ha atrapado!!!!!

Plis.continua.pronto!

KimJae dijo...

La intensidad de todo esto es abrumante pero me atrapa, es que vaya,que cosas pkr las cuales paso jaejoong, en un intento por olvidar a yunho y olvidar el dolor de su corazón se vio arrastrado a un dolor mas agobiante, es que,que coraje al ver todo lo que le hicieron,la manera en que maltrataron, gracias al cielo que yunho llego y no le dejo solo sino quien sabe que hubiera ocurrido, y que impotencia que a pesar de haber salvado a jae se le juzgue mal y sea tratado como el unico culpable y quien hizo mal cuando fue todo lo contrario, solo espero ese asunto se aclare y a pesar de todo ellos dos puedan estar juntos, gracias por actualizar,venía esperando por ello con ansias ;; ahora esperare por el siguiente capítulo! Esta historia es genial en serio!

Unknown dijo...

:c espero que Yunho no vaya a la carcel y que su amor tenga un final feliz :b bye hasta la proxima actualizacion :j

YunJae: Mi adicción dijo...

Me gusta tu historia!! por favor continualo lo mas pronto,lo espero con ansias!! No quiero que Yunho vaya a la cárcel!!!

Laura Campos García dijo...

Impactante capitulo, lleno de emociones. Jae rechazado por Yunho quien tiene miedo por su naturaleza agresiva lastimar a Jae. Jae lleno de amor rechazado confía en la peor persona que trata de violarlo y matarlo, ahora Yunho logra salvarlo y lo que recibe es que lo crean culpable de lo que paso. Ojalá Jae logre aclarar lo sucedido y no le pase nada a Yunho... Gracias es interesante e impactante historia.

Paola dijo...

Por un momento pense que le harian mas daño a jae pero que bueno que llego yunho.

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